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Las metamorfosis (Versión para imprimir)

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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 114<br />

se une, y con ese fausto presagio se acomete la conversación.<br />

Había empezado, de su llegada el motivo, los encargos a referir<br />

de su esposa, y rápidos retornos de la enviada a prometer: 450<br />

he aquí que llega, en gran a<strong>para</strong>to rica, Filomela,<br />

más rica en hermosura, cuales oír solemos<br />

que las náyades y las dríades por mitad avanzan de las espesuras<br />

si sólo les des a ellas adornos y semejantes a<strong>para</strong>tos.<br />

No de otro modo se abrasó, contemplada la virgen, Tereo, 455<br />

que si uno bajo las canas espigas fuego ponga,<br />

o si frondas, y puestas en los heniles, crema hierbas.<br />

Digna ciertamente su hermosura, pero también a él su innata lujuria<br />

lo estimula, e inclinada la raza de las regiones aquellas<br />

a Venus es; flagra por el vicio de su raza y el suyo propio. 460<br />

El impulso es de él el celo de su cortejo corromper<br />

y de su nodriza la fidelidad, y no poco con ingentes a ella misma<br />

dádivas inquietarla y todo su reino dilapidar,<br />

o raptarla y con salvaje guerra raptada defenderla,<br />

y nada hay que, cautivado por ese desenfrenado amor, 465<br />

no osara, y no abarca las llamas su pecho en él encerradas.<br />

Y ya las demoras mal lleva y con deseosa boca se vuelve<br />

a los encargos de Progne y hace sus votos bajo ella.<br />

Elocuente lo hacía el amor, y cuantas veces rogaba<br />

más allá de lo justo, que Progne así lo quería decía. 470<br />

Añadió también lágrimas, como si las hubiese encargado también a ellas.<br />

Ay, altísimos, cuánto los mortales pechos de ciega<br />

noche tienen. Por la propia instrucción de la maldad a Tereo<br />

piadoso se le cree y gloria de su crimen obtiene.<br />

Y qué decir de que lo mismo Filomela ansía, y que de su padre los hombros 475<br />

con sus brazos, tierna, sosteniendo, que pueda ir a ver a su hermana,<br />

y que por la suya, y contra su salud, pide ella.<br />

La contempla a ella Tereo y de antemano la toca al mirarla<br />

y su boca y su cuello y sus circundados brazos divisando,<br />

todo por estímulos y antorchas y cebo de su furor 480<br />

toma, y cuantas veces se abraza ella a su padre<br />

ser su padre quisiera, pues no menos impío sería.<br />

Vence al genitor la súplica de ambas: se goza y le da<br />

ella al padre las gracias, y que ha salido bien <strong>para</strong> las dos<br />

esto cree la infeliz, que será lúgubre <strong>para</strong> las dos. 485<br />

Ya labor exigua a Febo restaba, y sus caballos

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