Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 294<br />
Mas la vieja aquella edad, a la que, áurea, hicimos su nombre,<br />
con crías de árbol y, las que la tierra alimenta, con las hierbas,<br />
afortunada se le hizo y no mancilló su boca de sangre.<br />
Entonces también las aves, seguras, movieron por el aire sus alas,<br />
y la liebre impávida erraba en mitad de los campos 100<br />
y no su credulidad al pez había suspendido del anzuelo.<br />
Todas las cosas, sin insidias, y sin temer ningún fraude<br />
y llenas de paz estaban. Después que un no útil autor<br />
los víveres envidió, quien quiera que fuera él, de los leones,<br />
y corpóreos festines sumergió en su ávido vientre, 105<br />
hizo camino <strong>para</strong> el crimen, y por primera vez de la matanza de fieras<br />
calentarse puede, manchado de sangre, el hierro<br />
-y esto bastante hubiera sido-, y que los cuerpos que buscaban nuestra<br />
perdición fueran enviados a la muerte, a salvo la piedad, confesemos:<br />
pero cuanto dignos de ser dados a la muerte, tanto no de que se les comieran fueron. 110<br />
Más lejos, desde ahí, la abominación llega, y la primera se considera<br />
que víctima el cerdo mereció morir porque las semillas<br />
con su combo hocico desenterrara y la esperanza interceptara del año.<br />
Una vid al ser mordida, que el cabrío ha de ser inmolado del Baco vengador<br />
junto a las aras, se dice. Mal les hizo su culpa a los dos. 115<br />
¿Qué merecisteis las ovejas, plácido ganado y <strong>para</strong> guardar<br />
a los hombres nacido, que lleváis plena en la ubre néctar,<br />
que de blandos cobertores vuestras lanas nos ofrecéis<br />
y que en vida más que con la muerte nos ayudáis?<br />
¿Qué merecieron los bueyes, animal sin fraude ni engaños, 120<br />
inocuo, simple, nacido <strong>para</strong> tolerar labores?<br />
Ingrato es, solamente, y no del regalo de los granos digno,<br />
el que pudo recién quitado el peso del curvo arado<br />
al labrador inmolar suyo, el que, ése molido por la labor,<br />
ése con el que tantas renovara el duro campo 125<br />
cuantas veces diera cosechas, ese cuello tajó con la segur.<br />
Y bastante no es que tal abominación se cometa: a los propios<br />
dioses inscriben <strong>para</strong> ese crimen y el numen superior<br />
con la matanza creen que disfruta de ese sufridor novillo.<br />
La víctima, de tacha carente y prestantísima de hermosura, 130<br />
pues el haber complacido mal le hace, de vendas conspicua y de oro,<br />
es colocada ante las aras, y oye sin comprender al oficiante,<br />
y que se imponen ve entre los cuernos de la frente suya,<br />
los que cultivó, esos granos, y tajada, de su sangre los cuchillos