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Las metamorfosis (Versión para imprimir)

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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 258<br />

sus heridas principalmente, y se arma y guarnece de ira.<br />

De la cual, una vez se inflamó, tal cual si reina permaneciera, 545<br />

vengarse decide y del castigo en la imagen toda ella está,<br />

y como enloquece, de su cachorro lactante orfanada una leona<br />

y las señales hallando de sus pies sigue a ése que no ve, a su enemigo,<br />

así Hécuba, después que con el luto mezcló su ira,<br />

no olvidada de sus arrestos, de sus años olvidada, 550<br />

marcha al artífice, Poliméstor, del siniestro asesinato<br />

y su conversación pretende, pues ella mostrarle quería,<br />

dejado atrás, oculto <strong>para</strong> él, que a su hijo le devolviera, un oro.<br />

Lo creyó el Odrisio y acostumbrado del botín al amor,<br />

a unos retiros viene. Entonces, artero, con tierna boca: 555<br />

«Deja las demoras, Hécube», dijo. «Dame los regalos <strong>para</strong> tu hijo.<br />

Que todo ha de ser de él, lo que me das, y lo que antes diste,<br />

por los altísimos juro». Contempla atroz al que así hablaba<br />

y en falso juraba, y de henchida ira se inflama,<br />

y así cogido a las filas de las cautivas madres 560<br />

invoca y sus dedos en esos traidores ojos esconde<br />

y le arranca de las mejillas los ojos -la hace la ira dañina-<br />

y dentro sumerge las manos y manchada de esa sangre culpable<br />

no su luz -pues no la había-, los lugares de su luz saca.<br />

Por el desastre de su tirano de los tracios el pueblo irritado, 565<br />

a la troyana con lanzamiento de armas y de piedras empezó<br />

a atacar, mas ella a una lanzada roca con ronco gruñido<br />

a mordiscos persigue, y con sus comisuras, <strong>para</strong> las palabras pre<strong>para</strong>das,<br />

ladró al intentar hablar. El lugar subsiste y del rey<br />

el nombre tiene, y de sus viejas desgracias mucho tiempo ella memorativa, 570<br />

entonces también aulló, afligida, por los sitonios campos.<br />

A los troyanos suyos, y a los enemigos pelasgos,<br />

la fortuna suya a los dioses también conmovido había a todos,<br />

así a todos, que también la propia esposa y hermana de Júpiter,<br />

que esos sucesos Hécuba había merecido negaría. 575<br />

Memnón<br />

No da tiempo a la Aurora, aunque las mismas armas alentaba,<br />

de los desastres y el caso de Troya y Hécuba a conmoverse.<br />

Un cuidado a la diosa más cercano y un luto doméstico angustia,<br />

el de su Memnón perdido, a quien en los frigios campos<br />

gualda lo vio, sucumbiendo de Aquiles por la cúspide, su madre. 580<br />

Lo vio y aquel color con el que matinales rojecen

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