Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 240<br />
Qué hayas nacido mira, o qué has sufrido, y la rueca,<br />
anda, coge con los canastos, y las urdimbres con tu pulgar tuerce: 475<br />
las guerras deja a los hombres». Al que profería tales cosas Ceneo<br />
vació su costado, tenso por la carrera, lanzándole un asta<br />
en donde el hombre con el caballo se juntaba. Enloquece él de dolor,<br />
y, desnuda, la cara del joven Fileo hiere con su pica.<br />
No de otro modo ella rebotó que de la cima de un tejado el granizo, 480<br />
o si uno hiere con una pequeña piedra los huecos tímpanos.<br />
De cerca ataca y en su costado duro por esconder<br />
lucha su espada: <strong>para</strong> su espada lugares transitables no son.<br />
«Mas no escaparás. Te degollará por su mitad mi espada<br />
puesto que su punta está roma», dice, y de costado su espada 485<br />
atraviesa, y con su larga diestra le estrecha las ijadas.<br />
El golpe produce unos gemidos como en un cuerpo de mármol golpeado,<br />
y rota salta en pedazos la lámina al ser sacudido tal callo.<br />
Cuando bastante sus ilesos miembros le hubo exhibido a él, admirado:<br />
«Ahora, vamos», dice Ceneo, «con el hierro nuestro tu cuerpo 490<br />
probemos», y hasta la empuñadura le hundió en sus costados<br />
la espada mortífera y ciega llevó su mano hasta sus vísceras<br />
y la removió y herida en la herida hizo.<br />
He aquí que se lanzan con vasto griterío rabiosos los bimembres,<br />
y sus armas contra éste solo todos lanzan y llevan. 495<br />
<strong>Las</strong> armas rebotadas caen: permanece no perforado,<br />
y no ensangrentado Ceneo el de Élato, por golpe alguno.<br />
Los había dejado atónitos el insólito asunto. «Oh deshonra ingente»,<br />
Mónico exclama. «A un pueblo se nos vence por uno solo,<br />
y apenas si hombre. Aunque él hombre es; nosotros, por nuestros indolentes actos 500<br />
lo que fue él somos. ¿De qué estos miembros ingentes nos aprovechan?<br />
¿De qué esta geminada fuerza y el que los más fuertes<br />
de la naturaleza animales en nosotros una naturaleza doble ha unido?<br />
Y no a nosotros de madre una diosa, ni nosotros de Ixíon haber<br />
nacido nos creo, el que tan grande era que de la alta Juno 505<br />
la esperanza concibiera: a nosotros nos vence un enemigo medio varón.<br />
Rocas y troncos encima y todos en contra volvedle los montes,<br />
y su vivaz aliento sacadle lanzándole sus bosques.<br />
Que su masa le oprima la garganta y hará las veces de herida el peso».<br />
Dijo y, arrancado por las dementes fuerzas del austro, 510<br />
por casualidad un tronco que hallara, lo lanzó contra su vigoroso enemigo,<br />
y ejemplo fue, y en poco tiempo desnudo de árbol el Otris estaba ni tenía el Pelión