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Las metamorfosis (Versión para imprimir)

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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 306<br />

la cual, con una raíz nueva, no por el hierro clavado se alzaba,<br />

y ya no arma, sino de flexible mimbre un árbol,<br />

no esperadas daba a los que se admiraban sombras.<br />

O de la corriente cuando vio Cipo en la onda 565<br />

los cuernos suyos -pues los vio-, y que una falsa fe había<br />

creyendo en la imagen, sus dedos a su frente muchas veces llevando,<br />

lo que veía tocó y, ya sus ojos sin culpar,<br />

se detuvo, cual regresaba vencedor del dominado enemigo,<br />

y al cielo sus ojos y al mismo sus brazos levantando: 570<br />

«Lo que quiera», dice, «altísimos, que con el prodigio se pronostique este,<br />

si alegre es: <strong>para</strong> mi patria alegre y <strong>para</strong> el pueblo de Quirino,<br />

o si amenazador: <strong>para</strong> mí lo sea», y de césped verde hechas<br />

aplaca con aromados fuegos, herbosas, esas aras,<br />

y vinos les da en páteras y de unas inmoladas bidentes 575<br />

qué a él le indiquen consulta, palpitantes, sus entrañas.<br />

<strong>Las</strong> cuales, al mismo tiempo que las contempló de la tirrena gente el arúspice,<br />

grandes proyectos de estados ciertamente vio en ellas,<br />

no manifiestos, aun así. Pero cuando levantó aguda<br />

su mirada desde las fibras de la res hacia los cuernos de Cipo: 580<br />

«Rey», dice, «oh, salve, pues a ti, Cipo, este lugar<br />

y de la Lacia obedecerán, a los cuernos tuyos, los recintos.<br />

Tú sólo rompe tus demoras y por esas puertas a entrar abiertas<br />

apresúrate. Así los hados lo ordenan, pues por la ciudad recibido<br />

rey serás y de un cetro te apoderarás, seguro tú, perenne». 585<br />

Retiró él su pie, y de las murallas de la ciudad volviendo<br />

torva su faz: «Lejos, ah, lejos los presagios tales», dijo,<br />

«rechacen los dioses, y mucho más justamente yo mi edad<br />

como exiliado pase, que a mí me vean los Capitolios como rey».<br />

Dijo y al instante al pueblo y al grave senado convoca, 590<br />

antes, con todo, con un laurel de paz sus cuernos vela<br />

y en unos <strong>para</strong>petos hechos por soldado fuerte<br />

se instala y a los dioses, según la primitiva costumbre, rezando:<br />

«Hay», dice, «aquí uno al que vosotros si no expulsáis de la ciudad<br />

rey será. Él, quién sea os indico, no por su nombre lo llamaré: 595<br />

cuernos en la frente lleva. El cual a vosotros os delata el augur,<br />

si a Roma entrara, que de fámulos unas leyes os ha de dar.<br />

Él ciertamente ha podido por esas puertas irrumpir, abiertas,<br />

pero yo me opuse, aunque más unido con él<br />

nadie que yo está. Vosotros de la ciudad a este varón vetad, Quirites, 600

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