Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 219<br />
finalmente: «Adiós», dijo y se colapsó todo su cuerpo. 460<br />
Mas los jóvenes, mientras buscaba demoras Ceix, retornan,<br />
en filas gemelas, hacia sus fuertes pechos los remos<br />
y con igual golpeo hienden los estrechos. Sostuvo ella<br />
húmedos sus ojos y apostado en la popa recurva<br />
y agitando su mano <strong>para</strong> hacerle a ella las primeras señales 465<br />
a su marido ve, y le devuelve esas señas. Cuando la tierra se aleja<br />
más y sus ojos no pueden reconocer su rostro,<br />
mientras puede persigue huyendo al pino con la mirada.<br />
Él también, cuando no podía por la distancia se<strong>para</strong>do ser visto,<br />
sus velas aun así contempla, en lo alto ondeantes del mástil. 470<br />
Cuando ni las velas ve, vacío busca, ansiosa, su lecho,<br />
y en la cama se deja caer. Renueva el lecho y la cama<br />
de Alcíone las lágrimas y le recuerda qué parte está ausente.<br />
De los puertos habían salido, y había movido el aura las maromas.<br />
Vuelve contra el costado los suspendidos remos el marinero, 475<br />
y las perchas en lo alto de la arboladura coloca y todos del mástil<br />
los linos cuelga y las auras en viniendo recoge.<br />
O menos o ciertamente no más allá de en su mitad la superficie<br />
por esa popa iba siendo cortada, y lejos estaba una y la otra tierra,<br />
cuando el mar, a la noche, de henchidos oleajes a blanquecer 480<br />
comenzó y vertiginoso a soplar más vigorosamente el euro.<br />
«Arriad en seguida las arduas perchas», el capitán grita,<br />
«y a las entenas toda la vela arremangad». Él ordena.<br />
Estorban las contrarias ventiscas sus órdenes<br />
y no consiente que se oiga voz alguna el fragor del mar. 485<br />
Por sí mismos, aun así, se apresuran unos a izar los remos,<br />
parte a reforzar el costado, parte a negar a los vientos las velas.<br />
Saca éste los oleajes y el mar revierte al mar,<br />
este arrebata las entenas. Lo cual, mientras sin ley se hace,<br />
áspero crece el temporal y de todas partes, feroces, 490<br />
sus guerras hacen los vientos y los estrechos indignados mezclan.<br />
Él mismo está espantado, y cuál sea su estado que ni él mismo<br />
sabe confiesa el capitán del barco, ni qué ordene o qué prohíba,<br />
tan grande la mole de ese mal y tanto más poderosa que su arte es,<br />
como que resuenan con sus gritos los hombres, con su chirrido las maromas, 495<br />
con la colisión de las olas, pesada, la ola, con los truenos el éter.<br />
Con sus oleadas se yergue y el cielo igualar parece<br />
el ponto, y, reunidas por su aspersión, tocar las nubes.