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Las metamorfosis (Versión para imprimir)

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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 214<br />

y a quien, si quitas las incriminaciones del degollado Foco,<br />

todo había alcanzado. A él, de la sangre de su hermano culpable<br />

y expulsado de la casa paterna, de Traquis la tierra<br />

lo acogió. Aquí su gobierno sin fuerza, sin muerte ejercía 270<br />

Ceix, del Lucero, su padre, engendrado, y llevando el paterno<br />

brillo en su cara, el cual en aquel tiempo afligido<br />

y desemejante de sí mismo, a su hermano arrebatado lloraba.<br />

Adonde, después que el Eácida fatigado por la angustia y el camino<br />

llegó, y entró con poco cortejo en la ciudad, 275<br />

y que los que llevaba, sus rebaños de ganado, los que consigo de reses<br />

no lejos de sus murallas bajo un opaco valle hubo dejado,<br />

cuando la ocasión se le ofreció primera de acercarse al tirano,<br />

ramos tendiéndole con mano suplicante, sobre quién sea él<br />

y de quién hijo le apercibe, sólo sus culpas esconde 280<br />

y miente de la huida la causa. Pide que con ciudad o campo<br />

le ayude. A él por el contrario el traquinio de su plácida boca<br />

con tales cosas le responde: «Para la media plebe incluso nuestra<br />

benevolencia es manifiesta, Peleo, y no inhospitalarios gobiernos tenemos.<br />

Añades a tal ánimo razones poderosas: tu brillante 285<br />

nombre y de abuelo a Júpiter. Tus tiempos no malogra suplicando.<br />

Lo que pides todo lo tendrás y tuyo esto llama como parte suya,<br />

cuanto ves. Ojalá mejores cosas vieras»,<br />

y lloraba. Que moviera a tan grandes dolores qué causa<br />

Peleo y sus acompañantes preguntan, a los cuales él revela: 290<br />

«Quizás que ese pájaro que del robo vive y a todas<br />

las aves aterra siempre alas ha tenido creáis:<br />

un hombre fue y -tanta es del ánimo la constancia- ya entonces<br />

agrio era y en la guerra feroz y a la fuerza presto,<br />

por nombre Dedalión, de ese padre engendrado 295<br />

que llama a la Aurora y del cielo el más reciente sale.<br />

Honrada por mí la paz ha sido, el de mantener esa paz -y el de mi matrimonio-<br />

mi cuidado ha sido. A mi hermano las fieras guerras complacían:<br />

la virtud suya a reyes y a pueblos sometió,<br />

la cual ahora, mutada, hostiga de Tisbe a las palomas. 300<br />

Nacida le fue a él Quíone, quien dotadísima de hermosura,<br />

mil pretendientes hubo, núbil a sus catorce años.<br />

Por acaso, al regresar Febo y el hijo de Maia,<br />

aquél de su Delfos, éste de la cima de Cilene,<br />

la vieron a ella a la par, a la par contrajeron por ella un ardor. 305

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