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Las metamorfosis (Versión para imprimir)

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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 277<br />

y palabras se dicen contrarias a las dichas palabras.<br />

Mientras más ella canta, más con ello de la tierra aligerados<br />

nos erguimos, y las cerdas caen, y bífidos abandona su hendidura<br />

a nuestros pies, vuelven los hombros, y sometidos a sus antebrazos<br />

nuestros brazos fueron: a él llorando, llorando lo abrazamos nosotros, 305<br />

y prendidos quedamos del cuello de nuestro jefe, y palabras antes ningunas<br />

dicho hubimos que las que nos atestiguaban agradecidos.<br />

Pico<br />

De un año allí nos detuvo la demora, y muchas cosas, presente,<br />

en tiempo tan largo vi, muchas con mis oídos recogí:<br />

esto también, con las muchas, que a escondidas me refirió una 310<br />

de sus cuatro fámulas, de las destinadas a tales sacrificios.<br />

Así pues, con el jefe mío mientras Circe sola se demoraba,<br />

ella a mí de níveo mármol hecha una estatua<br />

me muestra, juvenil, portando en la cabeza un pico,<br />

en el santuario sagrado puesta, y por sus muchas coronas señalada. 315<br />

Quién fuera y por qué en ese sagrado santuario se le honraba,<br />

por qué ese ave llevaba, a mí que le preguntaba y saber quería:<br />

«Atiende», dice, «Macareo, y de la dueña mía el poder cuál sea,<br />

de aquí también aprende. Tú a mi relato dispón tu mente.<br />

Pico, de Ausonia en las tierras, prole de Saturno, 320<br />

el rey fue, de los útiles <strong>para</strong> la guerra caballos estudioso.<br />

La hermosura de ese hombre la que contemplas era, puedes tú mismo su decor<br />

contemplar y por la fingida imagen aprobar al verdadero.<br />

Parejo su ánimo a su hermosura, y todavía contemplar merced a sus años<br />

no había podido cuatro veces en la griega Élide su pugna quinquenal. 325<br />

Él a las dríades, del Lacio en los montes nacidas,<br />

había vuelto hacia su rostro, a él las fontanas divinidades<br />

le pretendían, las náyades, las que el Álbula, las que el Numicio,<br />

las que del Anio las aguas y de su curso brevísimo el Almo<br />

o el Nar lleva vertiginoso, y el Fárfaro de opaca onda, 330<br />

y las que honran el pantano nemoroso de la escítica Diana<br />

y sus muy lindantes lagos. Despreciadas aun así todas, a una<br />

ninfa él honraba, que en otro tiempo en el collado del Palacio<br />

se dice que del jonio parió Venilia Jano.<br />

Ella, tan pronto como maduró en sus casaderos años, 335<br />

antepuesto a todos, al Laurente entregada, a Pico, fue,<br />

rara ciertamente por su faz, pero más rara por su arte del cantar,<br />

de donde Canente se le llamaba: los bosques y las rocas mover

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