Las metamorfosis (Versión para imprimir)
Las metamorfosis (Versión para imprimir)
Las metamorfosis (Versión para imprimir)
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 118<br />
y la cara descubre avergonzada de su desgraciada hermana<br />
y estrecharla intenta; pero no levantar en contra 605<br />
soporta ella sus ojos, rival a sí misma viéndose de su hermana,<br />
y bajado a tierra el rostro, al querer ella jurar<br />
y por testigos poner a los dioses de que por la fuerza a ella la deshonra aquella<br />
inferida fue, por voz su mano estuvo. Arde y la ira suya<br />
no abarca la propia Progne, y el llanto de su hermana 610<br />
conteniendo: «No se ha con lágrimas esto», dice, «de tratar,<br />
sino con hierro, sino si algo tienes que vencer al hierro<br />
pueda. Para toda abominación yo, germana, me he pre<strong>para</strong>do:<br />
o yo, cuando con antorchas estos reales techos creme<br />
a su artífice echaré, a Tereo, en medio de las llamas, 615<br />
o su lengua o sus ojos y los miembros que a ti el pudor<br />
te arrebataron a hierro le arrancaré, o por heridas mil<br />
su culpable aliento le expulsaré. Para cualquier cosa grande me he pre<strong>para</strong>do;<br />
qué sea, todavía dudo». Mientras concluye tales cosas Progne<br />
a su madre venía Itis. De qué era capaz por él 620<br />
advertida fue, y con ojos mirándolo inclementes: «Ah, cuán<br />
eres parecido a tu padre», dijo y no más hablando<br />
la triste fechoría pre<strong>para</strong> y se consume en callada ira.<br />
Cuando aun así se le acercó su nacido y a su madre su saludo<br />
ofreció y con sus pequeños brazos se acercó a su cuello, 625<br />
y mezclados con ternuras de niño su boca le unió,<br />
conmovida ciertamente fue su genetriz, y quebrantada se detuvo su ira,<br />
y sus involuntarios ojos se humedecieron de lágrimas obligadas.<br />
Pero una vez que por su excesiva piedad su mente vacilar<br />
sintió, desde él otra vez al rostro se tornó de su hermana, 630<br />
y por turno mirando a ambos: «¿Por qué me hace llegar», dice,<br />
«el uno sus ternuras y calla la otra, arrancada su lengua?<br />
A la que llama él madre ¿por qué no llama aquélla hermana?<br />
Con qué marido te hayas casado, vélo, de Pandíon la nacida.<br />
Le desmereces: la abominación es piedad en tu esposo Tereo». 635<br />
No hay demora, coge a Itis, igual que del Ganges una tigresa<br />
la cría lactante de una cierva por las espesuras opacas,<br />
y cuando de la casa alta una parte alcanzaron remota<br />
a él, tendiéndole sus manos y ya sus hados viendo<br />
y «madre, madre» clamando y su cuello buscando, 640<br />
a espada hiere Progne, por donde al costado el pecho se une,<br />
y no el rostro torna; bastante a él <strong>para</strong> sus hados incluso una