Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 245<br />
pero <strong>para</strong> sí mismo más dañino, las mentiras de este cobarde<br />
corazón descubrió el Nauplíada, y lo arrastró a las evitadas armas?<br />
¿<strong>Las</strong> mejores acaso ha de tomar, porque tomar no quiso ningunas: 40<br />
yo deshonorado, y de los dones de mi primo huérfano,<br />
porque me ofrecí a los primeros peligros, he de quedar?<br />
«Y ojalá, o verdadero loco él, o creído fuera,<br />
y no de camarada aquí nunca a los recintos frigios hubiera venido,<br />
instigador de crímenes. No a ti, oh vástago de Peante, 45<br />
Lemnos te retendría, expuesto, con delito nuestro,<br />
quien ahora, según cuentan, escondido en silvestres cuevas<br />
a las rocas conmueves con tu gemir y <strong>para</strong> el Laertíada suplicas<br />
lo que merecido ha, las cuales cosas, si dioses hay, no vanas las habrás suplicado.<br />
Y ahora él, conjurado en las mismas armas que nosotros, 50<br />
ay, parte una de los jefes, de quien por sucesor las saetas<br />
de Hércules se sirven, quebrantado por la enfermedad y el hambre<br />
se cubre y alimenta de aves y pájaros buscando,<br />
debidas a los hados de Troya, fatiga sus puntas.<br />
Él, aun así, vive, porque no acompañó a Ulises. 55<br />
Preferiría también, infeliz, Palamedes haber sido abandonado.<br />
Viviría o ciertamente una muerte sin delito tendría,<br />
al cual, demasiado conocedor éste de su mal convicto delirio,<br />
que traicionaba la parte de los dánaos inventó e inventado probó<br />
ese delito y mostró, que ya antes había enterrado, un oro. 60<br />
Así pues, o con el exilio fuerzas restó a los aquivos<br />
o con la muerte. Así lucha, así ha de ser temido Ulises.<br />
El cual, aunque en elocuencia al fiel Néstor incluso venza,<br />
no conseguirá aun así que el abandonado Néstor piense yo<br />
que delito es ninguno, el cual, aunque implorara a Ulises, 65<br />
por la herida de su caballo tardo, y fatigado por sus ancianos años,<br />
traicionado por un aliado fue. Que estas acusaciones no son inventadas por mí<br />
lo sabe bien el Tidida, el cual, por su nombre muchas veces llamándolo,<br />
lo corrió, y su fuga reprobó a ese tembloroso amigo.<br />
Contemplan con ojos justos los altísimos las cosas mortales. 70<br />
He aquí que necesita auxilio quien no lo prestó, y como él abandonó<br />
así de abandonársele había: su ley a sí mismo se había dictado él.<br />
A gritos llama a sus aliados. Llego y lo veo estremecido<br />
y palideciente de miedo y temblando de la muerte futura.<br />
Opuse la mole de mi escudo y le cubrí yaciente 75<br />
y le salvé un aliento -lo menor es tal de mi gloria- inerte.