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Las metamorfosis (Versión para imprimir)

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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 163<br />

potestad tiene. Padre de ella era quien los númenes de los divinos<br />

despreciara y ningunos olores a las aras sahumara. 740<br />

Él, incluso, un bosque de Ceres, que violó a segur<br />

se dice, y que sus florestas a hierro ultrajó, vetustas.<br />

Se apostaba en ellas, ingente de su añosa robustez, una encina,<br />

sola un bosque; bandas en su mitad y memorativas tabillas<br />

y guirnaldas la ceñían, argumentos de un voto poderoso. 745<br />

A menudo bajo ella las dríades sus festivos coros condujeron,<br />

a menudo incluso, sus manos enlazadas por orden, del tronco<br />

habían rodeado la medida, y la dimensión de su robustez una quincena<br />

de codos completaba; y no menos, también, la restante espesura,<br />

en tanto más baja toda que ella estaba, cuanto la hierba debajo de este todo. 750<br />

No, aun así, por esto su hierro el Triopeio de ella<br />

abstuvo, y a sus sirvientes ordena talar su sagrada<br />

robustez y, como a los así ordenados que dudaban vio, de uno<br />

arrebatada su segur, emitió, criminal, estas palabras:<br />

«No dilecta de la diosa solamente, sino incluso si ella pudiera 755<br />

ser la diosa, ya tocará con su frondosa copa la tierra».<br />

Dijo y, en oblicuos golpes mientras el arma balancea,<br />

toda tembló, y un gemido dio la Deoia encina,<br />

y al par sus frondas, al par a palidecer sus bellotas<br />

comenzaron, y sus largas ramas esa palidez a tomar. 760<br />

En cuyo tronco, cuando hizo su mano impía una herida,<br />

no de otro modo fluyó al ser astillada su corteza la sangre,<br />

que suele ante las aras, cuando un ingente toro como víctima<br />

cae, de su truncada cerviz crúor derramarse.<br />

Quedaron atónitos todos, y alguno de todos ellos osa 765<br />

disuadirle de la impiedad e inhibirle su salvaje hacha bifronte.<br />

Le miró y: «De tu mente bondadosa coge los premios», dijo<br />

el tésalo, y contra el hombre volvió del árbol el hierro<br />

y destronca su cabeza, y, volviendo a buscar la robustez, la hiere,<br />

y emitido de en medio de su robustez un sonido fue tal: 770<br />

«Una ninfa bajo este leño yo soy, gratísima a Ceres,<br />

quien a ti, que los castigos de estos hechos tuyos te acechan,<br />

vaticino al morir, solaces de nuestra muerte».<br />

Prosigue la atrocidad él suya, y oscilando finalmente<br />

a golpes innúmeros, y reducido con cuerdas el árbol, 775<br />

sucumbe y postró con su peso mucha espesura.<br />

«Atónitas la dríades por el daño de los bosques y el suyo,

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