Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 159<br />
de las espesuras, espesuras, y de los campos, campos arrancaba, 585<br />
y con su lugar a las ninfas, acordadas entonces al fin de nos,<br />
a los mares arramblé. El flujo nuestro y del mar<br />
esa tierra distrajo continua, y sus partes desligó<br />
en otras tantas cuantas Equínades divisas en medio de las ondas.<br />
Como aun así tú mismo ves, lejos, ay, lejos una isla 590<br />
se apartó, grata a mí. Perimele el navegante la llama.<br />
A ella yo su virgíneo nombre, mi elegida, le quité,<br />
lo cual su padre Hipodamante amargamente sufrió y al profundo<br />
arrojó desde una peña el cuerpo de su hija, que iba a morir.<br />
La recogí, y mientras nadaba sosteniéndola: «Oh, agraciado con los reinos 595<br />
próximos del cosmos, los de la vagabunda onda», dije, «portador del tridente,<br />
[en quien acabamos, al que sagrados corremos los caudales,<br />
ven aquí y oye plácido, Neptuno, a quien te suplica.<br />
A ésta yo, a la que porto, he hecho daño. Si tierno y justo,<br />
si padre Hipodamante, o si menos impío fuera,]1 600<br />
préstale ayuda, y a ella, ahogada, te lo ruego, por la fiereza paterna,<br />
dale, Neptuno, un lugar; o que sea el lugar ella, lícito será:<br />
[así también la estrecharé». Movió la cabeza el marino rey<br />
y sacudió con sus asentimientos todas las ondas.<br />
Sintió temor la ninfa: nadaba aun así; yo mismo el pecho 605<br />
de ella, que nadaba, rozaba, latiendo en tembloroso movimiento.<br />
Y mientras lo toco, todo endurecerse sentí<br />
su cuerpo, y que en las tierras que lo cubrían se escondía su torso.<br />
Mientras hablo rodeó sus miembros una nueva tierra, nadando ellos,<br />
y, pesada, dentro creció una isla de su mutado cuerpo». 610<br />
Filemon y Baucis<br />
El caudal tras esto calló; el hecho admirable a todos<br />
había conmovido: se burla de los que lo creen, y cual de los dioses<br />
despreciador era y de mente feroz, de Ixíon el nacido:<br />
«Mentiras cuentas y demasiado crees, Aqueloo, poderosos,<br />
que son los dioses», dijo, «si dan y quitan las figuras». 615<br />
Quedaron suspendidos todos y tales dichos no aprobaron,<br />
y antes que todos Lélex, de ánimo maduro y de edad,<br />
así dice: «Inmenso es, y límite el poderío del cielo<br />
no tiene, y cuanto los altísimos quisieron realizado fue.<br />
Y <strong>para</strong> que menos lo dudes, a un tilo contigua una encina 620<br />
en las colinas frigias hay, circundada por un intermedio muro.<br />
Yo mismo el lugar vi, pues a mí a los pelopeos campos