Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 64<br />
y al hijo del fuego y al engendrado dos veces y al único bimadre;<br />
se añade a éstos Niseo, e intonsurado Tioneo<br />
y, con Leneo, el natal plantador de la uva<br />
y Nictelio y padre Eleleo y Iaco y Euhan 15<br />
y cuantos además, numerosos, por los griegos pueblos<br />
nombres, Líber, tienes; pues tuya la inagotable juventud es,<br />
tú muchacho eterno, tú el más hermoso en el alto cielo<br />
contemplado eres; cuando sin cuernos estás, virgínea<br />
la cabeza tuya es; el Oriente por ti fue vencido, hasta allí, 20<br />
donde la decolor India se ciñe del extremo Ganges.<br />
A Penteo tú, venerando, y a Licurgo, el de hacha de doble ala,<br />
sacrílegos, inmolas, y los cuerpos de los tirrenos mandas<br />
al mar, tú, insignes por sus pintos frenos, de tus biyugues<br />
linces los cuellos oprimes. <strong>Las</strong> Bacas y los Sátiros te siguen, 25<br />
y el viejo que con la caña, ebrio, sus titubantes miembros<br />
sostiene, y no fuertemente se sujeta a su encorvado burrito.<br />
Por donde quiera que entras, un clamor juvenil y, a una,<br />
femeninas voces y tímpanos pulsados por palmas,<br />
y cóncavos bronces suenan, y de largo taladro el boj. 30<br />
«Plácido y suave», ruegan las Isménides, «vengas»,<br />
y los ordenados sacrificios honran; solas las Mineides, dentro,<br />
turbando las fiestas con intempestiva Minerva,<br />
o sacan lanas o las hebras con el pulgar viran<br />
o prendidas están de la tela, y a sus sirvientas con labores urgen; 35<br />
de las cuales una, haciendo bajar el hilo con su ligero pulgar:<br />
«Mientras cesan otras e inventados sacrificios frecuentan,<br />
nosotras también a quienes Palas, mejor diosa, detiene», dice,<br />
«la útil obra de las manos con varia conversación aliviemos<br />
y por turnos algo, que los tiempos largos parecer 40<br />
no permita, en medio contemos <strong>para</strong> nuestros vacíos oídos».<br />
Lo dicho aprueban y la primera le mandan narrar sus hermanas.<br />
Ella qué, de entre muchas cosas, cuente -pues muchísimas conocía-<br />
considera, y en duda está de si de ti, babilonia, narrar,<br />
Dércetis, quien los Palestinos creen que, tornada su figura, 45<br />
con escamas que cubrían sus miembros removió los pantanos,<br />
o más bien de cómo la hija de aquélla, asumiendo alas,<br />
sus extremos años en las altas torres pasara,<br />
o acaso cómo una náyade con su canto y sus demasiado poderosas hierbas<br />
tornara unos juveniles cuerpos en tácitos peces 50