Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 303<br />
pero dueña de los estados, uno de la sangre nacido de Julo<br />
la hará, del cual cuando la tierra se haya servido,<br />
lo disfrutarán las etéreas sedes, y el cielo será la salida <strong>para</strong> él».<br />
Que tales cosas Héleno había cantado al portador de los penates, a Eneas, 450<br />
yo, de mente memorioso, refiero, y de que esas a mí emparentadas murallas crezcan<br />
me alegro, y de que útilmente a los frigios vencieran los pelasgos.<br />
Para que, aun así, olvidados de que a su meta tienden<br />
mis caballos, lejos no me desplace, el cielo y cuanto bajo él hay<br />
muta sus formas, y la tierra, y cuanto en ella hay. 455<br />
Nosotros también, parte del mundo, puesto que no cuerpos sólo,<br />
sino también voladoras almas somos, y a ferinas casas<br />
podemos ir, y de rebaños en los pechos escondernos,<br />
esos cuerpos, que pueden las almas tener de nuestros padres<br />
o de nuestros hermanos o de gentes unidas por algún pacto a nosotros, 460<br />
o de hombres, ciertamente, que seguros estén y honestos permitamos,<br />
o no acumulemos entrañas en nuestras mesas de Tiestes.<br />
Cuán mal acostumbra, cuán a sí mismo se pre<strong>para</strong> él, impío,<br />
<strong>para</strong> el crúor humano, de un novillo el que la garganta a hierro<br />
rompe e inmutados ofrece a sus mugidos sus oídos, 465<br />
o el que, vagidos semejantes a los infantiles cuando un cabrito<br />
da, degollarlo puede, o de un ave alimentarse<br />
a la que puso él mismo sus comidas. ¿Cuánto hay que falte en ello<br />
<strong>para</strong> el pleno crimen? ¿A dónde el tránsito desde ahí se pre<strong>para</strong>?<br />
El buey are, o su muerte impute a sus mayores años, 470<br />
contra el bóreas horripilante la oveja armas suministre,<br />
sus ubres den, saturadas las cabritas, a manos que las opriman.<br />
<strong>Las</strong> redes junto con los cepos, y los lazos y artes dolosas<br />
quitad, y al pájaro no engañad con la cebada vara,<br />
y, hechas <strong>para</strong> el espanto, con las plumas a los ciervos no burlad 475<br />
ni esconded con carnadas falaces los corvos anzuelos.<br />
Perded a cuanto cause daño, pero esto también perdedlo tan sólo,<br />
las bocas de sangre queden libres y alimentos tiernos cojan».<br />
Hipólito<br />
Con tales y otros discursos instruido su pecho<br />
a su patria que regresó dicen y voluntariamente buscado, 480<br />
que cogió Numa del pueblo del Lacio las riendas.<br />
Por su esposa él feliz, una ninfa, y por sus guías, las Camenas,<br />
les enseñó los sacrificiales ritos y a una gente a la feroz<br />
guerra acostumbrada, de la paz trasladó a las artes.