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Las metamorfosis (Versión para imprimir)

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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 312<br />

Victima ninguna aplaca, y de que acucian grandes tumultos<br />

la entraña advierte, y una cortada cabeza se halla en unas vísceras 795<br />

y en el foro y alrededor de las casas y templos de los dioses<br />

que nocturnos aullaban perros y que sombras de silentes<br />

erraban cuentan, y que se movió con temblores la ciudad.<br />

No, aun así, las insidias y los venideros hados vencer<br />

pudieron las premoniciones de los dioses y empuñadas van 800<br />

al templo las espadas, pues lugar alguno en la ciudad<br />

<strong>para</strong> la fechoría y <strong>para</strong> ese siniestro asesinato no place sino la Curia.<br />

Entonces verdaderamente Citerea con su mano se golpeó, una y otra,<br />

el pecho, y al Enéada pugna por esconder en esa nube<br />

con la que antes Paris fue arrebatado al infesto Atrida 805<br />

y Eneas de Diomedes había huido a las espadas.<br />

Con tales a ella su padre: «¿Sola un insuperable hado,<br />

hija, a inmutar te dispones? Entrar puedes tú misma en los aposentos<br />

de las tres hermanas. Verás allí de envergadura vasta<br />

de bronce y sólido hierro los archivos de las cosas, 810<br />

que ni el embate del cielo, ni del rayo la ira,<br />

ni temen ningunas, seguros y eternos, ruinas.<br />

Encontrarás allí, tallados en acero perenne<br />

los hados de tu estirpe. Los leí yo mismo y en mi ánimo los grabé<br />

y repetiré, <strong>para</strong> que no seas todavía ahora desconocedora del futuro. 815<br />

Éste los tiempos suyos ha completado, por el que, Citerea,<br />

te afanas, al acabar, los que a la tierra debía, sus años.<br />

Que de dios acceda al cielo y en templos se le honre<br />

tú lo harás, y el hijo suyo, quien de sus nombres heredero<br />

llevará él solo esa carga impuesta y de su asesinado padre 820<br />

a nosotros, suyos <strong>para</strong> las guerras, fortísimo vengador nos tendrá.<br />

De él con los auspicios las murallas vencidas<br />

paz pedirán de la asediada Módena, Farsalia lo sentirá a él,<br />

y de nuevo se mojarán de matanza los ematios Filipos,<br />

y un gran nombre será vencido en las sículas ondas, 825<br />

y de un romano general la esposa egipcia, en sus antorchas<br />

no <strong>para</strong> bien confiada, caerá, y en vano habrá ella amenazado<br />

que servirían los Capitolios nuestros al Canopo suyo.<br />

¿A qué a ti la extranjería y los pueblos yacentes por uno y otro<br />

Océano he de enumerarte? Cuanto de habitable la tierra 830<br />

sostiene de él será: el ponto también lo servirá a él.<br />

«Paz dada a las tierras, el ánimo a los civiles derechos

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