Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 147<br />
Niso padre!, ¡gozaos de los males, recién traicionadas murallas,<br />
nuestros! Pues lo confieso, lo he merecido y soy digna de morir.<br />
Pero que aun así alguno de ésos a los que impía herí<br />
me extinga. ¿Por qué, quien venciste por el crimen nuestro,<br />
persigues ese crimen? Abominación éste <strong>para</strong> mi patria y mi padre, 130<br />
servicio <strong>para</strong> ti sea. De ti en verdad como esposo digna es<br />
la que adúltera en el leño engañó al torvo toro<br />
y ese discorde feto en el útero llevó. ¿Es que a los oídos<br />
tuyos no llegan mis palabras? ¿Acaso inanes palabras<br />
los vientos llevan, y los mismos, ingrato, tus quillas? 135<br />
Ya, ya no es admirable que Pasífae un toro<br />
haya antepuesto a ti: tú más fiereza tenías.<br />
Pobre de mí, apresurarse ordena y convulsa por los remos<br />
la onda suena; y conmigo a la vez, ah, mi tierra se le aleja.<br />
Nada haces, oh, en vano olvidado de los méritos nuestros: 140<br />
te seguiré, involuntario, y a tu popa abrazada recurva<br />
por los estrechos largos me haré llevar». Apenas lo dijera, adentro saltó de las ondas<br />
y alcanza las naves, haciéndole el deseo las fuerzas,<br />
y de la gnosíaca quilla prendida queda, compañera odiosa.<br />
A la cual su padre cuando la vio, pues ya estaba suspendido en el aura 145<br />
y recién convertido se había, de fulvas alas, en el águila marina,<br />
a ella iba <strong>para</strong>, prendida, con su pico lacerarla corvo.<br />
Ella de miedo la popa soltó, y el aura leve al ella caer,<br />
que la sostuvo -<strong>para</strong> que no tocara los mares- parecía.<br />
Su pluma fue: por esas plumas en ave mutada se la llama 150<br />
ciris y de su tonsurado cabello ha este nombre tomado.<br />
Sus votos a Júpiter Minos -los cuerpos de toros cien-<br />
cumplió cuando, saliendo de sus naves, la curétide tierra<br />
tocó, y con los despojos a ella fijados decorado fue su real.<br />
El laberinto, el Minotauro y Ariadna<br />
Había crecido el oprobio de su generación, y vergonzoso se manifestaba 155<br />
de esa madre el adulterio por la novedad del monstruo biforme.<br />
Decide Minos este pudor de su tálamo suprimir<br />
y en una múltiple casa y ciegos techos encerrarle.<br />
Dédalo, por su talento del fabril arte celebradísimo,<br />
pone la obra, y conturba las señales y a las luces con el torcido 160<br />
rodeo de sus variadas vías conduce a error.<br />
No de otro modo que el frigio Meandro en las límpidas ondas<br />
juega y con su ambiguo caer refluye y fluye