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Las metamorfosis (Versión para imprimir)

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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 221<br />

cuantas oleadas vienen, que se precipitan e irrumpen las muertes.<br />

No sostiene éste las lágrimas, suspendido está éste, llama aquél felices<br />

a los que funerales aguardan, éste con sus votos a una divinidad implora, 540<br />

y sus brazos defraudados elevando a un cielo que no ve<br />

pide ayuda. Le vienen a aquél su hermano y su padre,<br />

a éste junto con sus prendas su casa y cuanto dejado atrás ha.<br />

Alcíone a Ceix conmueve, de Ceix en la boca<br />

ninguna salvo Alcíone está, y aunque la extrañe a ella sola, 545<br />

se alegra de que ausente esté, aun así. De la patria también quisiera a las orillas<br />

volver la mirada y a su casa volver sus supremos rostros,<br />

pero dónde esté, ignora, de tan gran vorágine el ponto<br />

hierve, y producida una sombra desde esas nubes como la pez,<br />

todo se oculta el cielo y duplicada se hubo de la noche la imagen. 550<br />

Se rompe por la embestida de un tempestuoso torbellino el árbol,<br />

se rompe también el gobernalle, y de sus expolios ardida la sobreviviente<br />

ola, como vencedora, y ensenada, desdeña a las olas,<br />

y no más levemente que si alguien al Atos y al Pindo arrancados<br />

de su sede enteros los arrojara al abierto mar, 555<br />

precipitándose cae, y a la par con su peso y con su golpe<br />

hunde en lo hondo el barco. Con la cual una parte grande de sus hombres<br />

de ese pesado abismo presa y al aire no devuelta, su hado<br />

cumplió; otros partes y miembros de la quilla<br />

truncados sostienen. Sostiene él mismo con la mano con la que sus cetros solía 560<br />

trozos del navío Ceix y a sus suegro y padre invoca,<br />

ay, en vano. Pero incesante en la boca del que nada:<br />

Alcíone, su esposa. A ella recuerda y nombra,<br />

de ella ante los ojos que lleven su cuerpo los oleajes<br />

pide y exánime sea sepultado por esas manos amigas. 565<br />

Mientras nada, a la ausente, cuantas veces le permite abrir la boca el oleaje,<br />

nombra a Alcíone y por dentro de las mismas olas lo murmura.<br />

He aquí que por encima de los plenos oleajes un negro arco de aguas<br />

rompe y rota la ola sepulta, sumergida, su cabeza.<br />

El Lucero oscuro y a quien conocer no podrías 570<br />

esa luz estuvo y puesto que retirarse del cielo<br />

dado no le era, de densas nubes cubrió su rostro.<br />

La Eólide mientras, de tan grandes desgracias ignorante,<br />

recuenta las noches y ya, las que vestirá él,<br />

apresura las ropas, ya las que, cuando haya venido él, 575<br />

ella misma llevará, y unos retornos se promete inanes.

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