Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 241<br />
sombras. Sepultado en ese ingente montón de érboles bajo su peso<br />
Ceneo bulle, y los apilados troncos en sus duros<br />
hombros lleva, pero realmente después que sobre su rostro y su cabeza 515<br />
creció su peso y no tiene, las que coja, su respiración auras,<br />
desfallece a veces, ora a sí mismo sobre el aire en vano<br />
levantarse intenta y volcar, a él arrojados, los bosques,<br />
y a veces los mueve, como el que vemos, he ahí,<br />
arduo, si de la tierra se agita con los movimientos, el Ida. 520<br />
El resultado en duda está. Unos que bajo los inanes<br />
Tártaros su cuerpo precipitado fue, de los bosques por la mole, decían;<br />
lo deniega el Ampicida y de la mitad del acúmulo vio<br />
de rubias alas un ave salir a las líquidas auras,<br />
la cual entonces por primera vez, en ese entonces por última vez contemplé. 525<br />
A ella, cuando lustrando con su liviana voladura sus campamentos<br />
Mopso, y con ingente clangor el alrededor llenando de su sonido,<br />
lo contempló, a la par con sus ánimos y con sus ojos siguiéndola:<br />
«Oh salve», dijo, «gloria de la raza Lápita,<br />
el más grande hombre en otro tiempo, pero ahora ave única, Ceneo». 530<br />
Creído el asunto por el autor suyo fue. El dolor nos añadió ira,<br />
y mal llevamos que ahogado por tantos enemigos uno solo fuera,<br />
y no antes nos abstuvimos de dispensar dolor a hierro,<br />
de que dada una parte a la muerte, a la otra parte la huida y la noche alejara».<br />
Periclímeno<br />
A estas batallas entre los Lápitas y los mediohombres Centauros, 535<br />
al referirlas el Pilio, Tlepólemo el dolor<br />
del preterido Alcida no pudo soportar con callada boca<br />
y dice: «De la gloria de Hércules admirable es que olvidos te hayan<br />
ocurrido a ti, señor. Ciertamente a menudo referirme<br />
solía mi padre que los hijos de la nube dominados por él habían sido». 540<br />
Triste a esto el Pilio: «¿Por qué a recordar mis males<br />
me obligas y, cerrados por los años, a desgarrar mis lutos<br />
y contra tu padre mi odio y sus ofensas a confesar?<br />
Él ciertamente cosas más grandes de lo creíble también hizo y el orbe<br />
colmó de sus méritos, lo cual preferiría poder negar. 545<br />
Pero ni a Deífobo ni a Polidamante ni al propio<br />
Héctor alabamos, pues quién alabaría a su enemigo.<br />
Ese tu genitor, las murallas mesenias en otro tiempo<br />
derribó y, no merecedoras, las ciudades de Elis y Pilos<br />
derruyó y contra los penates míos hierro y llama 550