Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 47<br />
Del peso de la serpiente curvóse el árbol, y por la parte<br />
inferior al ser flagelada de la cola, su madera gimió.<br />
Mientras el espacio el vencedor considera de su vencido enemigo, 95<br />
una voz de repente oída fue, y no estaba reconocer de dónde<br />
al alcance, pero oída fue: «¿Por qué, de Agenor el nacido, la perecida<br />
serpiente miras? También tú mirado serás como serpiente».<br />
Él, largo tiempo asustado, al par con la mente el color<br />
había perdido, y de gélido terror sus cabellos se arreciaron: 100<br />
he aquí que de este varón la bienhechora, deslizándose por las superiores auras,<br />
Palas llega, y removida ordena someter a la tierra<br />
los viborinos dientes, incrementos del pueblo futuro.<br />
Obedece, y cuando un surco hubo abierto, hundido el arado<br />
esparce en la tierra, mortales simientes, los ordenados dientes. 105<br />
Después -que la fe cosa mayor- los terrones empezaron a moverse,<br />
y primera de los surcos el filo apareció de un asta,<br />
las coberturas luego de sus cabezas, cabeceando con su pintado cono,<br />
luego los hombros y el pecho y cargados los brazos de armas<br />
sobresalen, y crece un sembrado, escudado, de varones: 110<br />
así, cuando se retiran los tapices de los festivos teatros,<br />
surgir las estatuas suelen, y primero mostrar los rostros,<br />
lo demás poco a poco, y en plácido tenor sacadas,<br />
enteras quedan a la vista, y en el inferior margen sus pies ponen.<br />
Aterrado por este enemigo nuevo, Cadmo a empuñar las armas se pre<strong>para</strong>ba: 115<br />
«No empuña», de este pueblo, al que la tierra había creado, uno<br />
exclama, «y no en civiles guerras te mezcla».<br />
Y así, de sus terrígenas hermanos a uno, de cerca,<br />
con su rígida espada hiere; por una jabalina cae, de lejos, él mismo.<br />
Este también que a la muerte le diera, no más largo que aquél 120<br />
vive, y expira las auras que ora recibiera,<br />
y con ejemplo parejo se enfurece toda la multitud, y por su propio<br />
Marte caen por sus mutuas heridas los súbitos hermanos.<br />
Y ya, con tal espacio de breve vida la agraciada juventud,<br />
a su sanguínea madre golpes de duelo daba en su tibio pecho, 125<br />
cinco los sobrevivientes: de los cuales fue uno Equíon.<br />
Él sus armas arrojó al suelo por consejo de la Tritónide,<br />
y de fraterna paz palabra pidió y dio.<br />
Éstos de su obra por acompañantes tuvo el sidonio huésped,<br />
cuando puso, ordenado por las venturas de Febo, la ciudad. 130<br />
Ya se alzaba Tebas; pudieras ya, Cadmo, parecer