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Las metamorfosis (Versión para imprimir)

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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 40<br />

montes», dice, «estarán», y estaban bajo los montes esos.<br />

Rió el Atlantíada y: «¿A mí a mí mismo, pérfido, delatas?<br />

¿A mí a mí mismo delatas?», dice, y sus perjuros pechos torna 705<br />

en un duro sílice, que ahora también se dice delator,<br />

y, en la que nada mereció, una vieja infamia hay, en esa roca.<br />

Áglauros, Mercurio y Herse<br />

Desde aquí se había elevado en sus parejas alas el Portador del caduceo<br />

y volando los muniquios campos y la tierra grata<br />

a Minerva abajo contemplaba, y los arbustos del culto Liceo. 710<br />

En aquel día, por azar, unas castas de costumbre muchachas,<br />

la cabeza puesta bajo ellos, hacia los festivos recintos de Palas<br />

puros sacrificios portaban en coronados canastos.<br />

De ahí al volver ellas, el dios las ve alado y su camino<br />

no hace recto, sino que en el orbe lo curva mismo. 715<br />

Como volador el rapacísimo milano, al ver unas entrañas,<br />

mientras teme y densos rodean los sacrificios los ministros<br />

dobla en espiral, y no más lejos osa partir,<br />

y la esperanza suya ávido circunvuela moviendo las alas,<br />

así sobre los acteos recintos ávido el Cilenio 720<br />

inclina su curso y las mismas auras cercena.<br />

Cuanto más espléndido que las demás estrellas fulge<br />

el Lucero, y cuanto que el Lucero la áurea Febe,<br />

tanto que las vírgenes más prestante todas Herse<br />

iba, y era el decor de la pompa y de las acompañantes suyas. 725<br />

Quedó pasmado de su hermosura de Júpiter el nacido y, en el éter suspendido,<br />

no de otro modo ardió que cuando la baleárica honda<br />

el plomo lanza: vuela éste y se encandece en su ida<br />

y, los que no tenía, fuegos bajo las nubes encuentra.<br />

Torna su camino y el cielo abandonado acude a lo terreno 730<br />

y no se disfraza: tanta es su confianza en su hermosura.<br />

La cual aunque la justa es, con su cuidado aun así la ayuda:<br />

y se aquieta los cabellos, y la clámide <strong>para</strong> que cuelgue aptamente<br />

coloca, de modo que la orla y todo parezca su oro,<br />

que bruñida en su diestra, la que los sueños trae y veta, 735<br />

su vara esté, que brillen sus talares en sus tersas plantas.<br />

Una parte secreta de la casa, de marfil y tortuga ornados,<br />

tres tálamos tenía, de los que tú, Pándrosos, el diestro,<br />

Áglauros el izquierdo, el central poseía Herse.<br />

La que tenía el izquierdo, al venir él, la primera notó 740

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