Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 215<br />
La esperanza de su Venus difiere a los tiempos de la noche Apolo.<br />
No soporta aquél las demoras y con su vara, que mueve al sopor,<br />
de la doncella el rostro toca: a su tacto cae ella poderoso,<br />
y la fuerza del dios padece. La noche había asperjado el cielo de astros.<br />
Febo a una anciana simula y, previamente a él robados, sus gozos toma. 310<br />
Cuando maduro completó sus tiempos su vientre,<br />
de la estirpe del dios de los alados pies un astuto vástago<br />
nace, Autólico, ingenioso <strong>para</strong> hurto todo:<br />
blanco de lo negro, y de lo blanco negro<br />
quien a hacer acostumbrara, no desmerecedor de su paterno arte. 315<br />
Nace de Febo -pues dio a luz gemelos-<br />
por su canción vocal y por su cítara brillante Filamon.<br />
¿De qué haber parido a dos, y dioses haber complacido a dos,<br />
y de un fuerte padre y del Tonante por antepasado<br />
haber sido engendrada sirve? ¿Acaso no perjudica incluso su gloria a muchos? 320<br />
Le perjudicó a ella ciertamente, la cual de anteponerse a Diana<br />
tuvo el valor y la belleza de la diosa incriminó, mas en ella<br />
una ira movida fue y: «Con nuestros hechos», dice, «le agradaremos»,<br />
y sin demora curvó el cuerno y desde le nervio una saeta<br />
impulsó y, de ello merecedora, le atravesó con su caña la lengua. 325<br />
Su lengua calla, y ni su voz ni las pretendidas palabras le obedecen,<br />
y al intentar hablar con su sangre su vida la abandona.<br />
A la cual, desgraciado, abrazándola yo, entonces de un padre el dolor<br />
en mi corazón sufrí, y a mi hermano piadoso consuelos dije.<br />
Los cuales ese padre no de otra forma que los arrecifes los murmullos del ponto 330<br />
recibe, y a su hija lamenta sin cesar, arrebatada.<br />
Pero cuando arder la vio, cuatro veces el impulso de él<br />
fue ir a la mitad de esos fuegos, cuatro veces de ahí rechazado<br />
su excitado cuerpo a la huida encomienda y, semejante al novillo<br />
que unos aguijones de abejorro en su oprimida cerviz lleva, 335<br />
por donde camino ninguno hay se lanza. Ya entonces a mí correr me pareció<br />
más que un hombre, y que alas sus pies habían tomado creerías.<br />
Escapó, así pues, de todos y veloz por su deseo de muerte<br />
de la cima del Parnaso se apodera. Conmiserado Apolo,<br />
como Dedalión a sí mismo se hubiera lanzado desde esa alta roca, 340<br />
lo hizo ave y súbitas con unas alas al que caía sostiene,<br />
y una boca corva le dio, curvados le dio por uñas unos ganchos,<br />
su virtud la antigua, mayores que su cuerpo sus fuerzas,<br />
y ahora, el azor, <strong>para</strong> nadie lo bastante bueno, contra todas