Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 137<br />
Quienes les lloren no hay, y no lloradas vagan<br />
de los nacidos y hombres las ánimas, y de jóvenes y viejos,<br />
y ni lugar <strong>para</strong> los túmulos, ni bastante árbol hay <strong>para</strong> los fuegos.<br />
Atónito por tan gran torbellino de desgraciadas cosas: 615<br />
«Júpiter, oh», dije, «si que tú, relatos no falsos<br />
cuentan, a los abrazos de Egina, la Esópide, fuiste,<br />
ni tú, gran padre, nuestro padre te avergüenzas de ser,<br />
o a mí devuelve a los míos, o a mí también guárdame en el sepulcro».<br />
Él una señal con el relámpago dio, y el trueno siguiente. 620<br />
«Los acojo y sean éstos, te ruego, felices signos<br />
de la mente tuya», dije; «el presagio que me das tomo por prenda».<br />
Por acaso había allí junto, de anchurosas ramas ralísima,<br />
consagrada a Júpiter, una encina de simiente de Dodona.<br />
Aquí nos unas recolectoras observamos, en fila larga, 625<br />
una gran carga en su exigua boca, unas hormigas, llevando,<br />
que por la rugosa corteza preservaban su calle.<br />
Mientras su número admiro: «Otros tantos, padre óptimo», dije,<br />
«tú a mí dame, y estas vacías murallas suple».<br />
Se estremeció y, sus ramas moviéndose sin brisa, un sonido 630<br />
la alta encina dio: de pavoroso temor el cuerpo mío<br />
se estremeció y erizado tenía el pelo; aun así, besos a la tierra<br />
y a los robles di, y que yo tenía esperanzas no confesaba;<br />
tenía esperanzas, aun así, y con mi ánimo mis votos alentaba.<br />
La noche llega y, hostigados por las inquietudes, de los cuerpos el sueño 635<br />
se apodera: ante mis ojos la misma encina a mí que estaba,<br />
y que prometía lo mismo, y los mismos animales en las ramas<br />
suyas llevaba, me pareció, y que parejamente temblaba con aquel movimiento,<br />
y que la recolectora fila esparcía en sus subyacentes campos;<br />
que crece de súbito, y mayor y mayor parece, 640<br />
y se levanta en la tierra y en un recto tronco se asienta<br />
y su delgadez y su número de pies y negro color<br />
depone y que la humana forma a su miembros introduce.<br />
El sueño se va. Condeno despierto mis propias visiones y me lamento<br />
de que en los altísimos de ayuda no haya nada; mas en las estancias un ingente 645<br />
murmullo había y voces de hombres oír me parecía,<br />
ya <strong>para</strong> mí desacostumbradas. Mientras sospecho que ellas también del sueño<br />
son, viene Telamón presto y, abriéndose las puertas:<br />
«Que la esperanza y la fe, padre», dijo, «cosas mayores verás.<br />
Sal». Salgo y, cuales en la imagen del sueño 650