Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 282<br />
los hombres al mando de Diomedes, el odio aun así de ella todos<br />
despreciamos: y en gran cosa está un gran poder a nuestros ojos».<br />
Con tales cosas irritando a Venus el Pleuronio Acmon<br />
la aguija con sus palabras y reaviva su vieja ira. 495<br />
Lo dicho por él complace a pocos: sus amigos más numerosos<br />
a Acmon corremos, al cual, responder queriendo,<br />
su voz al par que de su voz la vía se le hubo atenuado,<br />
y sus cabellos en plumas acaban, de plumas su nuevo cuello se cubre,<br />
y su pecho y espalda; mayores remeras sus brazos 500<br />
acogen, y sus codos se ensenan, leves, en alas.<br />
Del pie una parte grande invade los dedos, y sus labios<br />
en cuerno endurecidos se hacen rígidos y su límite en punta ponen.<br />
De él Lico, de él Idas y con Rexénor Nicteo,<br />
de él se admira Abante y mientras se admiran la misma 505<br />
faz acogen y el número más grande de mi tropa<br />
empieza a volar y los remos él circunvuela batiendo sus alas:<br />
si de estos pájaros súbitos cuál sea la forma preguntas,<br />
como no de los cisnes, así próxima a los blancos cisnes.<br />
Apenas yo, ciertamente, de estas sedes y de los áridos campos 510<br />
del Iápige Dauno soy dueño, con esta mínima parte de los míos».<br />
El olivo salvaje<br />
Hasta aquí el Enida; Vénulo los calidonios reinos, y las<br />
peucetias ensanadas, y los mesapios campos abandona.<br />
Entre los cuales unos antros ve que, nublados de su mucha espesura<br />
y asintiendo con sus leves cañas, el mediocabrío Pan 515<br />
ahora posee, mas que poseyeron en cierto tiempo las ninfas.<br />
A ellas un pastor ápulo, de aquella región ahuyentándolas,<br />
las aterró y primero con un súbito susto las conmovió,<br />
luego, cuando en sí volvieron y despreciaron a su perseguidor,<br />
al compás moviendo sus pies trazaron unas danzas. 520<br />
<strong>Las</strong> reprueba el pastor e imitándolas con su baile agreste<br />
añadió a sus obscenas frases insultos rústicos,<br />
y no antes su boca calló que a su garganta sepultó un árbol.<br />
Árbol, pues, es, y por su jugo se puede reconocer su carácter,<br />
como que la marca de su lengua el acebuche en sus bayas amargas 525<br />
exhibe: la aspereza de sus palabras pasó a ellas.<br />
<strong>Las</strong> naves de Eneas<br />
De ahí cuando los legados volvieron, las a ellos negadas<br />
de Etolia aportando, los rútulos sin las fuerzas esas