15.05.2013 Views

Las metamorfosis (Versión para imprimir)

Las metamorfosis (Versión para imprimir)

Las metamorfosis (Versión para imprimir)

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 144<br />

en medio de su cabeza, un solo cabello, esplendente de púrpura,<br />

tenía prendido: garante de su gran reino. 10<br />

Los sextos cuernos resurgían de la naciente luna<br />

y en suspenso estaba aún la fortuna de la guerra y largo tiempo<br />

entre uno y otro vuela con dudosas alas la Victoria.<br />

Una regia torre había adosada a sus vocales murallas,<br />

en las cuales su áurea lira se dice que la prole 15<br />

de Leto depuso: a su roca el sonido de ella quedó prendido.<br />

Muchas veces allí solió ascender la hija de Niso,<br />

y alcanzar con una exigua piedrecita esas resonantes rocas,<br />

entonces, cuando paz hubiera; en la guerra también muchas veces solía<br />

contemplar desde ella las disputas del riguroso Marte; 20<br />

y ya por la demora de la guerra de los próceres también los nombres conocía<br />

y sus armas y caballos y hábitos y sus cidóneas aljabas.<br />

Conocía antes que los otros la faz del jefe hijo de Europa,<br />

más aún de lo que conocer bastante es. Con ella de juez, Minos,<br />

si su cabeza había escondido en su crestado yelmo de plumas, 25<br />

en gálea hermoso era, o si había cogido, por su bronce<br />

fulgente, su escudo, su escudo haber cogido le agraciaba.<br />

Había blandido tensando los brazos sus astiles flexibles,<br />

alababa la virgen, unida con sus fuerzas, su arte.<br />

Imponiéndoles un cálamo había curvado los abiertos arcos: 30<br />

que así Febo, juraba, se apostaba cuando cogía sus saetas.<br />

Pero cuando su faz desnudaba quitándose el bronce,<br />

y purpúreo montaba las espaldas de su blanco caballo, insignes<br />

por sus pintas gualdrapas, y sus espumantes bocas regía,<br />

apenas suya, apenas dueña de su sana mente la virgen 35<br />

Niseide era: feliz la jabalina que tocara él,<br />

y los que con su mano estrechara felices a esos frenos llamaba.<br />

El impulso es de ella, lícito sea sólo, llevar por la fila<br />

enemiga sus virgíneos pasos, es el impulso de ella<br />

de las torres desde lo más alto hacia los gnosios cuarteles lanzar 40<br />

su cuerpo, o las broncíneas puertas al enemigo abrir<br />

o cualquier otra cosa que Minos quiera. Y cuando estaba sentada<br />

las blancas tiendas contemplando del dicteo rey:<br />

«Si me alegre», dice, «o me duela de que se haga esta lacrimosa guerra<br />

en duda está. Me duele porque Minos enemigo de quien le ama es. 45<br />

Pero si estas guerras no fueran, nunca yo conocido le habría.<br />

De ser yo, aun así, aceptada como rehén, podría él deponer

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!