Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 290<br />
Por esa aspersión llameante humean las jambas, 795<br />
y la puerta, <strong>para</strong> nada prometida a los rigurosos sabinos,<br />
por esta fontana nueva fue obstruida, mientras de Marte el soldado<br />
se vestía de sus armas. <strong>Las</strong> cuales, después que Rómulo más allá<br />
opuso, asolada quedó la tierra romana de cuerpos sabinos,<br />
asolada quedó también de los suyos, y del yerno el crúor 800<br />
con la sangre del suegro mezcló la impía espada.<br />
Con la paz, aun así, que se detuviera la guerra, y no hasta lo último<br />
a hierro dirimirla eligen, y que Tacio acceda al reino.<br />
Había sucumbido Tacio: igualadas <strong>para</strong> dos pueblos,<br />
Rómulo, sus leyes dabas, cuando, dejando su yelmo Mavorte 805<br />
con tales cosas se dirige, de los dioses y de los hombres, al padre:<br />
«El tiempo llega, padre, puesto que con fundamento grande<br />
el estado romano vigoroso está y no de un único gobernante depende,<br />
de cumplir -me han sido prometidos a mí y a tu digno nieto-<br />
sus recompensas, y a él, arrancado de las tierras, imponerlo al cielo. 810<br />
Tú a mí, presente un día el consejo de los dioses,<br />
pues lo recuerdo y en mi memorioso corazón tus piadosas palabras escribí:<br />
«Uno habrá al que tú subirás a los azules del cielo»<br />
dijiste. Confirmada sea la suma de las palabras tuyas».<br />
Asintió el todopoderoso, y el aire de nubes ciegas 815<br />
ocultó y con trueno y su fulgor aterró el orbe.<br />
<strong>Las</strong> cuales, a él prometidas, las sintió confirmadas, las señales de su robo:<br />
y apoyado en su asta, a sus caballos, hundidos de su timón<br />
ensangrentado, impávido sube Gradivo, y con un golpe<br />
del látigo dio un estallido e inclinado, por el aire resbalando, 820<br />
se posó en lo más alto del collado del nemoroso Palacio,<br />
y a él, que daba a su Quirite no regias leyes,<br />
lo arrebató, al Iliada. Su cuerpo mortal por las auras<br />
tenues se diluyó, como por la ancha honda lanzada<br />
suele, de plomo, la bala por la mitad consumirse del cielo. 825<br />
Bella le viene una apariencia y de los divanes altos<br />
más digna, cual es la hermosura de Quirino en trábea.<br />
Le lloraba como perdido su esposa, cuando la regia Juno<br />
a Iris, que hasta Hersilia descienda por su senda curva<br />
le impera, y que a la viuda sus mandados así le refiera: 830<br />
«Oh de la latina, oh de la gente sabina, matrona,<br />
la principal honra, dignísima de tan gran varón<br />
de haber sido antes la esposa, ahora de serlo de Quirino,