Las metamorfosis (Versión para imprimir)
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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 140<br />
apenas acceso, por mil engaños, a la Eréctide fue logrado.<br />
Cuando la vi me quedé suspendido y casi abandoné las premeditadas<br />
tentaciones a su fidelidad. Mal, <strong>para</strong> no confesarle la verdad,<br />
me contuve, mal <strong>para</strong> -como oportuno era- besos no ofrecerle. 730<br />
Triste estaba, pero ninguna aun así más hermosa que ella<br />
triste haber puede, y por la nostalgia se dolía<br />
de su esposo arrebatado. Tú colige cuál en ella,<br />
Foco, la gracia sería, a quien así el dolor mismo la agraciaba.<br />
Para qué referir cuántas veces las tentaciones nuestras su púdico 735<br />
carácter rechazara, cuántas veces: «Yo», había dicho, «<strong>para</strong> uno solo<br />
me reservo. Donde quiera que esté, <strong>para</strong> uno solo mis goces reservo».<br />
¿Para quién en su sano juicio bastante esta comprobación de su fidelidad<br />
grande no sería? No me quedé contento y contra mis propias heridas<br />
pugno, mientras diciéndole que fortunas le daría yo por una noche, 740<br />
y los regalos aumentando, al fin a dudar la obligué.<br />
Grito yo, en mala hora farsante: «Delante tienes en mala hora fingido a un adúltero:<br />
tu verdadero esposo era yo: conmigo, perjura, como testigo has sido cogida»;<br />
ella nada; en su callado pudor únicamente vencida,<br />
de esos insidiosos umbrales, y con ellos de su esposo en mala hora, huye, 745<br />
y ofendida del mío, por todo el género llena de odio de los hombres,<br />
por los montes erraba a los afanes dedicada de Diana.<br />
Entonces a mí, abandonado, más violento un fuego hasta los huesos<br />
me llega. Rogaba su perdón y haber pecado confesaba<br />
y que hubiera podido, dados esos regalos, sucumbir a semejante 750<br />
culpa yo también, si regalos tan grandes se me dieran.<br />
A mí, que tales cosas confesaba, su herido pudor antes vengando,<br />
regresa ella, y dulces en concordia pasó los años.<br />
Me da a mí además, como si consigo pequeños dones<br />
me hubiese dado, un perro de regalo, el cual, cuando se lo entregara a ella 755<br />
su Cintia: «Corriendo superará», había dicho, «a todos».<br />
Me da a la vez también la jabalina que nos, como ves, tenemos.<br />
El perro de caza y la fiera<br />
¿De este regalo otro cuál sea la fortuna, quieres saber?<br />
Escucha cosa admirable. Por la novedad te conmoverás del hecho.<br />
Canciones el Láiada no comprendidas por los talentos 760<br />
de sus predecesores había resuelto, y despeñada yacía,<br />
olvidada de los ambages suyos, la vate oscura.<br />
[Claro es que la nutricia Temis no tales cosas deja sin venganza.]<br />
En seguida a la aonia Tebas se envía una segunda