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Las metamorfosis (Versión para imprimir)

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<strong>Las</strong> <strong>metamorfosis</strong> (<strong>Versión</strong> <strong>para</strong> <strong>imprimir</strong>) 142<br />

ni a mí que me atra<strong>para</strong>, no si Venus misma viniera,<br />

alguna había. Iguales abrasaban llamas nuestros pechos.<br />

Con el sol apenas con sus radios primeros hiriendo las cumbres 805<br />

de caza a las espesuras juvenilmente ir yo solía,<br />

ni conmigo sirvientes ni caballos ni de narinas acres<br />

ir perros, ni los linos nudosos seguirme solían:<br />

seguro estaba con la jabalina. Pero cuando saciado de matanza<br />

de fieras mi derecha se había, regresaba yo al frío y las sombras, 810<br />

y, la que de los helados valles salía, aura.<br />

Esa aura buscaba lene en medio yo del calor,<br />

esa aura ansiaba, descanso era ella <strong>para</strong> la fatiga.<br />

«Aura», pues, recuerdo, «vengas tú», cantar solía,<br />

«y a mí me confortes y entres en los senos, gratísima, nuestros 815<br />

y, como haces, volver a aliviar quieras, con los que ardemos, estos calores».<br />

Quizás añadiera -así a mí mis hados me arrastraban-<br />

ternuras más, y: «Tú <strong>para</strong> mí gran placer»,<br />

decir habría solido, «tú me repones y alientas,<br />

tú haces que las espesuras, que ame estos lugares solos: 820<br />

el aliento este tuyo siempre sea buscado por mi boca».<br />

A estas voces ambiguas engañado oído prestó<br />

no sé quién, y el nombre del aura, tan a menudo invocado,<br />

ser cree de una ninfa, a una ninfa cree que yo amo.<br />

Al instante, de ese crimen fingido temerario delator, 825<br />

a Procris acude y con su lengua refiere los oídos susurros.<br />

Crédula cosa el amor es. Por el súbito dolor desvanecida,<br />

según a mí se narra, cayó, y tras largo tiempo<br />

reponiéndose, desgraciada ella, ella de un hado inicuo se dijo<br />

y de mi fidelidad se lamentó, y por un crimen incitada vano, 830<br />

de lo que nada es tuvo miedo, tuvo miedo sin cuerpo de un nombre,<br />

y se duele la infeliz como de una rival verdadera.<br />

Muchas veces aun así duda y espera, desgraciadísima, engañarse<br />

y de la delación la veracidad niega y, si no los viera ella misma,<br />

de condenar no ha los delitos de su marido. 835<br />

<strong>Las</strong> siguientes luces habían ahuyentado de la Aurora a la noche.<br />

Salgo y a las espesuras acudo, y vencedor por las hierbas:<br />

«Aura, ven», dije, «y nuestra fatiga remedia»,<br />

y súbitamente unos gemidos entre mis palabras me pareció,<br />

no sé cuáles, haber oído: «Ven», aun así, «la mejor», mientras yo decía, 840<br />

una fronda caduca un leve crujido de nuevo al hacer,

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