18.06.2013 Views

El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Da</strong>n Brown <strong>El</strong> <strong>código</strong> <strong>Da</strong> <strong>Vinci</strong><br />

No tardó mucho en darse cuenta de que su instinto había fallado en<br />

aquella ocasión. Allí no había nada. Ni una sola letra violácea brill<strong>and</strong>o a la<br />

luz. Sólo el reverso manchado de marrón por el paso del tiempo y...<br />

«Un momento.»<br />

Los ojos de Sophie se fijaron en el destello inesperado de un trozo de<br />

metal alojado cerca del ángulo inferior de la estructura del marco. Era un<br />

objeto pequeño, parcialmente encajado en el punto en que el lienzo se unía<br />

al marco. De ahí colgaba una cadena de oro brillante.<br />

Ante el total asombro de Sophie, la cadena estaba unida a una llave<br />

dorada que le resultaba conocida. La base, ancha y trabajada, tenía forma de<br />

cruz y llevaba grabada el sello que no había visto desde que tenía nueve<br />

años: la flor de lis con las iniciales P. S. En aquel momento, Sophie sintió el<br />

fantasma de su abuelo que le susurraba al oído. «Cu<strong>and</strong>o llegue el momento,<br />

la llave será tuya.» Sintió que se le hacía un nudo en la garganta al darse<br />

cuenta de que su abuelo, aun en el momento de su muerte, había cumplido<br />

su promesa. «Esta llave abre una caja —le decía su voz— donde guardo<br />

muchos secretos.»<br />

Sophie se daba cuenta ahora de que el objetivo final de todos aquellos<br />

juegos de palabras había sido la llave. Su abuelo la llevaba consigo cu<strong>and</strong>o<br />

lo mataron. Como no quería que cayera en manos de la policía, la había<br />

escondido detrás de aquel cuadro. Y entonces había ideado una ingeniosa<br />

busca del tesoro para asegurarse de que sólo Sophie la encontrara.<br />

—Au secours! —gritó el guardia.<br />

Sophie arrancó la llave de su escondite y se la metió en el bolsillo junto<br />

con la linterna de rayos ultravioletas. Asom<strong>and</strong>o la cabeza por debajo del<br />

cuadro, vio que el guardia seguía intent<strong>and</strong>o desesperadamente comunicarse<br />

con alguien a través del walkie-talkie y retrocediendo hacia la puerta, con el<br />

arma aún apunt<strong>and</strong>o a Langdon.<br />

—Au secours! —gritó de nuevo a la radio.<br />

Pero ésta sólo le devolvía ruido.<br />

—«No transmite», constató Sophie, record<strong>and</strong>o que los turistas con<br />

teléfonos móviles se desesperaban cu<strong>and</strong>o intentaban llamar a sus casas<br />

para pavonearse de que estaban frente a la Mona Lisa. <strong>El</strong> cableado de<br />

seguridad especial que recorría las paredes hacía materialmente imposible<br />

establecer comunicación desde dentro; había que salir al pasillo. Ahora el<br />

guardia ya estaba cerca de la puerta, y Sophie sabía que tenía que hacer<br />

algo deprisa.<br />

Mir<strong>and</strong>o la pintura tras la que se ocultaba parcialmente, se dio cuenta<br />

de que Leonardo da <strong>Vinci</strong> estaba a punto de acudir en su ayuda por segunda<br />

vez aquella noche.<br />

«Unos metros más», Grouard se decía a sí mismo con el arma bien<br />

levantada.<br />

—Arretez! Ou je la détruis! —La voz de la mujer reverberó en la sala.<br />

Grouard la miró y se detuvo en seco.<br />

—¡Dios mío, no!<br />

120

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!