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El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

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<strong>Da</strong>n Brown <strong>El</strong> <strong>código</strong> <strong>Da</strong> <strong>Vinci</strong><br />

león y detuvo la película en un fotograma en el que se leía claramente la<br />

palabra SEXO escrita con partículas de polvo sobre la cabeza de Simba, el<br />

protagonista. Aunque la primera reacción de Langdon fue atribuirla más a<br />

una broma adolescente del dibujante que a una alusión ilustrada a la<br />

sexualidad pagana, había aprendido a no desestimar el simbolismo de<br />

Disney. La Sirenita, por ejemplo, era un cautivador tapiz de símbolos<br />

espirituales relacionados hasta tal punto con la diosa que no podía ser obra<br />

del azar.<br />

La primera vez que Langdon vio la película se quedó boquiabierto al<br />

comprobar que el cuadro que decora el hogar submarino de Ariel no es otro<br />

que Magdalena Penitente, la famosa pintura de Georges de la <strong>Tour</strong> del siglo<br />

XVII, un homenaje a la denostada María Magdalena, muy adecuado, por otra<br />

parte, teniendo en cuenta que la película resultaba ser un collage de noventa<br />

minutos con descaradas referencias simbólicas a la santidad perdida de Isis,<br />

de Eva, de Piscis, la diosa pez y, reiteradamente, de María Magdalena. <strong>El</strong><br />

nombre de la sirenita, Ariel, poseía estrechos vínculos con la divinidad<br />

femenina, y en el Libro de Isaías era sinónimo de «La ciudad santa sitiada».<br />

Estaba claro, además, que el hecho de que la sirenita fuera pelirroja<br />

tampoco era casual.<br />

<strong>El</strong> golpeteo de las muletas de Teabing sobre el suelo se oía cada vez más<br />

cerca y su ritmo era cada vez más acelerado. Cu<strong>and</strong>o su anfitrión entró por<br />

fin en el estudio, lo hizo con gesto muy serio.<br />

—Será mejor que te expliques, Robert —dijo fríamente—. No has sido<br />

sincero conmigo.<br />

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