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El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

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<strong>Da</strong>n Brown <strong>El</strong> <strong>código</strong> <strong>Da</strong> <strong>Vinci</strong><br />

pentáculo, como lo llamaban los antiguos, muchas culturas lo consideran<br />

tanto un símbolo divino como mágico. ¿Alguien sabría decirme por qué?<br />

Stettner, el alumno de matemáticas, levantó la mano.<br />

—Porque al dibujar un pentagrama, las líneas se dividen<br />

automáticamente en segmentos que remiten a la Divina Proporción.<br />

Langdon movió la cabeza hacia delante en señal de aprobación.<br />

—Muy bien. Pues sí, la razón de todos los segmentos de un pentáculo<br />

equivale a Phi, por lo que el símbolo se convierte en la máxima expresión de<br />

la Divina Proporción. Por ello, la estrella de cinco puntas ha sido siempre el<br />

símbolo de la belleza y la perfección asociada a la Diosa y a la divinidad<br />

femenina.<br />

Las alumnas sonrieron, complacidas.<br />

—Una cosa más. Hoy sólo hemos mencionado de pasada a Leonardo da<br />

<strong>Vinci</strong>, pero vamos a tratarlo mucho más durante el curso. Está<br />

perfectamente documentado que Leonardo era un ferviente devoto de los<br />

antiguos cultos a la diosa. Mañana os mostraré su famoso fresco La última<br />

cena, que es uno de los más sorprendentes homenajes a la divinidad<br />

femenina que vais a ver nunca.<br />

—Lo dice en broma —intervino alguien—. Yo creía que La última cena<br />

era sobre Jesús.<br />

—Pues hay símbolos ocultos en sitios que ni imaginarías.<br />

—Venga —susurró Sophie—. ¿Qué pasa? Ya casi estamos. ¡Dése prisa!<br />

Langdon levantó la vista y notó que estaba regres<strong>and</strong>o de un lugar muy<br />

lejano. Se dio cuenta de que estaba de pie, inmóvil, en la escalera, paralizado<br />

por una súbita revelación.<br />

«¡Diavole in Dracon! Límala, asno.»<br />

Sophie seguía mirándolo.<br />

«No puede ser tan fácil», pensó.<br />

Pero sabía que sí, que lo era.<br />

Ahí, en las entrañas del Louvre... con imágenes de Phis y Leonardos<br />

revoloteándole en la mente, Robert Langdon, repentina e inesperadamente,<br />

descifró el enigma de Saunière .<br />

—¡Diavole in Dracon! Límala, asno —dijo—. ¡Es un mensaje cifrado de<br />

los más simples!<br />

Sophie también se había detenido unos pasos más abajo y lo miraba<br />

desconcertada. «¿Un mensaje?» Llevaba toda la noche d<strong>and</strong>o vueltas a<br />

aquellas palabras y no había visto ninguno. Y menos aún simple.<br />

—Usted misma lo ha dicho. —La voz de Langdon reverberaba de la<br />

emoción—. La serie de Fibonacci sólo tiene sentido si está en orden. De otro<br />

modo es sólo un galimatías matemático.<br />

Sophie no tenía ni idea de adonde quería ir a parar. «¿La Secuencia de<br />

Fibonacci?» Estaba segura de que su función no había sido otra que la de<br />

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