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El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

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<strong>Da</strong>n Brown <strong>El</strong> <strong>código</strong> <strong>Da</strong> <strong>Vinci</strong><br />

82<br />

—¿Fleet Street? —preguntó Langdon con la vista clavada en sir Leigh.<br />

«¿Hay una cripta en Fleet Stret?» Hasta el momento, Teabing se hacía el<br />

interesante con el paradero de esa «tumba del caballero» que, según el<br />

poema, les proporcionaría la contraseña que abría el criptex más pequeño.<br />

Teabing sonrió y se dirigió a Sophie.<br />

—Señorita Neveu, déjele ver el poema otra vez al muchacho de Harvard,<br />

si es tan amable.<br />

Sophie se metió la mano en el bolsillo y sacó el criptex negro, que<br />

estaba envuelto en el pergamino. De común acuerdo, habían dejado la caja<br />

de palis<strong>and</strong>ro y el primer criptex en la caja fuerte del avión, y se habían<br />

llevado sólo lo que les hacía falta, el criptex pequeño, que era más manejable<br />

y discreto. Sophie desdobló el pergamino y se lo pasó a Langdon.<br />

Aunque lo había leído varias veces mientras volaban, no había sido<br />

capaz de extraer de aquellas palabras una ubicación concreta. Ahora, al<br />

volver sobre ellas, lo hacía despacio y concentrándose, con la esperanza de<br />

encontrar al fin algún significado más ahora que estaba en tierra.<br />

En la ciudad de Londres, enterrado<br />

por el Papa, reposa un caballero.<br />

Despertaron los frutos de sus obras<br />

las iras de los hombres más sagrados.<br />

<strong>El</strong> orbe que en su tumba estar debiera<br />

buscad; os hablará de muchas cosas,<br />

de carne rosa y vientre fecundado.<br />

Lo que decía parecía ser bastante simple: Había un caballero enterrado<br />

en Londres. Un caballero que trabajaba en algo que provocó la indignación<br />

de unos hombres sagrados, seguramente eclesiásticos. Un caballero en cuya<br />

tumba faltaba una esfera que debería estar ahí. La referencia final del poema<br />

—carne rosada y vientre fecundado— era una clara alusión a María<br />

Magdalena, la rosa que llevaba en su vientre la semilla de Jesús.<br />

A pesar de la aparente claridad de aquellos versos, Langdon seguía sin<br />

tener ni idea de a qué caballero se referían ni dónde podía estar enterrado. Y<br />

además, por lo que parecía, incluso si encontraban la tumba, lo que tenían<br />

que hacer era buscar algo que «estar debiera», es decir, que no estaba ahí,<br />

una «esfera» que les contaría esas cosas.<br />

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