18.06.2013 Views

El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Da</strong>n Brown <strong>El</strong> <strong>código</strong> <strong>Da</strong> <strong>Vinci</strong><br />

7<br />

<strong>El</strong> humilde habitáculo que había en la iglesia de Saint-Sulpice estaba<br />

ubicado en la segunda planta del propio templo, a la izquierda del balcón del<br />

coro. Se trataba de una vivienda de dos piezas con suelos de piedra y muy<br />

pocos muebles, y que era el hogar de sor S<strong>and</strong>rine Bieil desde hacía más de<br />

diez años. Oficialmente, su residencia estaba en un convento cercano, pero<br />

ella prefería la tranquilidad de la iglesia y teniendo, como tenía, cama,<br />

teléfono y comida caliente, no necesitaba más.<br />

En tanto que conservatrice d’affaires, sor S<strong>and</strong>rine era la encargada de<br />

los aspectos no religiosos de la vida de la iglesia: el mantenimiento general,<br />

la contratación de personal de apoyo y guías, la seguridad del edificio fuera<br />

de las horas de culto y de visita, la compra del vino de misa y las hostias de<br />

consagrar.<br />

Esa noche, mientras dormía en su estrecha cama, el sonido del teléfono<br />

la despertó y descolgó soñolienta.<br />

—¿Diga?<br />

—Hola, hermana.<br />

Sor S<strong>and</strong>rine se sentó en la cama. «Pero ¿qué hora es?» Aunque<br />

reconocía la voz de su jefe, nunca en aquellos quince años la había<br />

despertado a deshoras. <strong>El</strong> abad era un hombre muy pío que se acostaba<br />

siempre después de misa.<br />

—Siento haberla despertado, hermana —dijo con una voz que también<br />

sonaba grave y tomada por el sueño—. Tengo que pedirle un favor. Acabo de<br />

recibir la llamada de un importante obispo americano. A lo mejor lo conoce.<br />

Manuel Aringarosa.<br />

—¿<strong>El</strong> máximo representante del Opus Dei? —«Claro que lo conozco.<br />

¿Quién no ha oído hablar de él en la Iglesia?» La prelatura conservadora de<br />

Aringarosa se había hecho cada vez más influyente en los últimos años. Su<br />

ascensión a la gracia había recibido el espaldarazo final en 1982, cu<strong>and</strong>o<br />

Juan Pablo II la convirtió por sorpresa en «prelatura personal del Papa»,<br />

aprob<strong>and</strong>o oficialmente todas sus prácticas. Curiosamente, aquel hecho<br />

coincidía en el tiempo con la supuesta transferencia de mil millones de<br />

dólares que la secta habría realizado a favor del Instituto Vaticano para las<br />

Obras Religiosas —vulgarmente conocido como Banca Vaticana—, para<br />

impedir su vergonzante bancarrota. En una segunda maniobra que había<br />

levantado muchas suspicacias, el Papa había colocado al fundador de la<br />

Obra en la pista de despegue inminente hacia la santidad, reduciendo un<br />

proceso de canonización que con frecuencia tardaba siglos a un breve<br />

trámite de veinte años. Sor S<strong>and</strong>rine no podía evitar ver con sospecha la<br />

influencia del Opus en el Vaticano, pero con la Santa Sede no se discutía.<br />

40

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!