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El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

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<strong>Da</strong>n Brown <strong>El</strong> <strong>código</strong> <strong>Da</strong> <strong>Vinci</strong><br />

36<br />

En el exterior de la Salle des États, Fache se iba poniendo cada vez más<br />

furioso a medida que el guardia, Grouard, le explicaba cómo le habían<br />

desarmado Sophie y Langdon. «¿Y por qué no ha disparado contra el<br />

cuadro?»<br />

—¿Capitán? —<strong>El</strong> teniente Collet venía hacia ellos desde el puesto de<br />

m<strong>and</strong>o—. Capitán, acaban de informarme de que han localizado el coche de<br />

la agente Neveu.<br />

—¿Han conseguido llegar a la embajada?<br />

—No. A la estación de tren. Han comprado dos billetes. <strong>El</strong> tren ha salido<br />

hace muy poco.<br />

Fache le hizo un gesto a Grouard para que se retirara y condujo a Collet<br />

a una sala contigua.<br />

—¿Cuál es el destino de ese tren? —le preguntó en voz baja.<br />

—Lille.<br />

—Seguramente es una pista falsa —concluyó, formul<strong>and</strong>o un plan.<br />

—Está bien, que alerten a la siguiente estación, que detengan el tren y<br />

lo inspeccionen, por si acaso. Que no muevan el coche de donde está y que<br />

sitúen a agentes de paisano por si vuelven a buscarlo. Que envíen hombres a<br />

rastrear las calles de los alrededores, por si se hubieran escapado a pie.<br />

¿Hay alguna parada de autobuses en la estación?<br />

—A esta hora no circulan autobuses, señor. Sólo hay una parada de<br />

taxis.<br />

—Bueno, pues que interroguen a los taxistas por si han visto algo. Y<br />

que se pongan en contacto con la central del taxi para dar una descripción<br />

de los desaparecidos. Yo voy a llamar a la Interpol.<br />

Collet se mostró sorprendido.<br />

—¿Va a divulgar lo sucedido?<br />

A Fache no le hacía ninguna gracia ponerse en evidencia, pero no veía<br />

otra solución.<br />

«Cerrar el cerco deprisa, y cerrarlo del todo.»<br />

La primera hora era crítica. En los sesenta minutos posteriores a la<br />

huida, el fugitivo es predecible. Siempre necesita lo mismo: desplazamiento,<br />

alojamiento y dinero. La Santísima Trinidad. Y gracias a la Interpol esas tres<br />

cosas podían hacerse imposibles en un momento.<br />

Mediante el envío de fotos de Langdon y Sophie por fax a las<br />

autoridades parisinas del transporte, a los hoteles y a los bancos, la Interpol<br />

les dejaría sin opciones, sin modo de salir de la ciudad, sin lugar donde<br />

esconderse y sin manera de retirar dinero sin ser reconocidos. Normalmente,<br />

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