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El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

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<strong>Da</strong>n Brown <strong>El</strong> <strong>código</strong> <strong>Da</strong> <strong>Vinci</strong><br />

—¿Qué es lo que sostienes en tu trabajo? —le había espetado, dej<strong>and</strong>o<br />

la copa de vino y mirándole por encima de la comida a me dio terminar—.<br />

Eso no lo puedes decir en serio.<br />

—Pues lo digo en serio. Me he pasado un año investig<strong>and</strong>o.<br />

<strong>El</strong> destacado editor neoyorquino Jonas Faukman se tocó la perilla,<br />

nervioso. Había oído muchas ideas peregrinas para libros a lo largo de su<br />

carrera en el mundo editorial, pero aquella le había dejado boquiabierto.<br />

—Robert —le dijo finalmente—, no me malinterpretes. Me encanta tu<br />

trabajo y hemos hecho muchas cosas juntos. Pero si acepto publicar una<br />

idea como esta, tendré que aguantar manifestaciones a la puerta de la<br />

editorial durante meses. Y además, tu reputación se va a ir a pique. Eres un<br />

historiador licenciado en Harvard, por el amor de Dios, y no un charlatán<br />

cualquiera ávido de dinero. ¿Dónde vas a encontrar pruebas fehacientes<br />

para defender una teoría como esa?<br />

Esboz<strong>and</strong>o una tímida sonrisa, Langdon se sacó un trozo de papel del<br />

bolsillo y se lo alargó a Faukman. Se trataba de una lista de más de<br />

cincuenta títulos —libros escritos por historiadores muy conocidos, algunos<br />

de ellos contemporáneos, otros de hacía varios siglos—, muchos de los<br />

cuales habían sido auténticos bombazos en el mundo académico. Los títulos<br />

de todos presentaban la misma premisa que Langdon acababa de exponer.<br />

Mientras Faukman la leía, iba poniendo la cara del que acaba de enterarse<br />

de que en realidad la Tierra es plana.<br />

—A algunos de estos autores los conozco. ¡Y son... historiadores serios!<br />

Langdon sonrió.<br />

—Como ves, Jonas, no se trata sólo de mi teoría. Lleva bastante tiempo<br />

circul<strong>and</strong>o por ahí. Lo único que yo pretendo es basarme en algo que ya<br />

existe para llegar más lejos. Ningún libro ha indagado aún en la leyenda del<br />

Santo Grial desde un punto de vista simbólico. Las pruebas iconográficas<br />

que estoy encontr<strong>and</strong>o para apoyar mi teoría son, bueno, totalmente<br />

persuasivas.<br />

Faukman seguía sin despegar los ojos de la lista.<br />

—Dios mío, pero si uno de estos libros es de sir Leigh Teabing, un<br />

miembro de la Real Sociedad de Historiadores.<br />

—Teabing se ha pasado gran parte de su vida estudi<strong>and</strong>o el Santo Grial,<br />

y nos conocemos. En realidad, ha sido una fuente importante de inspiración<br />

para mí. Y, como los demás integrantes de la lista, cree en esta teoría.<br />

—¿Me estás diciendo que todos estos historiadores creen que...? —<br />

Faukman tragó saliva, incapaz de terminar la frase.<br />

Langdon volvió a sonreír.<br />

—<strong>El</strong> Santo Grial es probablemente el tesoro más buscado de la historia<br />

de la humanidad. Ha suscitado leyendas, provocado guerras y búsquedas<br />

que han durado vidas enteras. ¿No sería absurdo que fuera sólo un cáliz? De<br />

ser así, entonces habría otras reliquias que despertarían un interés similar y<br />

hasta superior, la corona de espinas, la cruz de la crucifixión, el Títulus o<br />

inscripción INRI sobre la cruz, cosa que no ha sucedido. A lo largo de la<br />

historia, el Santo Grial ha sido el más especial. —Langdon esbozó una<br />

sonrisa—. Y ahora ya sabes por qué.<br />

Faukman seguía mene<strong>and</strong>o la cabeza.<br />

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