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El código Da Vinci - Colonial Tour and Travel

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<strong>Da</strong>n Brown <strong>El</strong> <strong>código</strong> <strong>Da</strong> <strong>Vinci</strong><br />

—No sé. Yo tengo que salir un momento. ¿No te dará miedo quedarte<br />

aquí sola?<br />

—¡Claro que no! —exclamó indignada—. ¡Pero si ni siquiera está oscuro!<br />

Su abuelo sonrió.<br />

—Bueno, de acuerdo entonces.<br />

La llevó hasta la base del arco que le había mostrado antes.<br />

Al momento, Sophie se tendió boca arriba en el suelo y se puso a mirar<br />

aquel mosaico de piedras que tenía encima.<br />

—¡Pienso encontrar la clave antes de que vuelvas!<br />

—Ah, así que estamos de competición... —Se agachó y le dio un beso en<br />

la frente antes de salir por una puerta lateral—. Estoy aquí fuera. Si me<br />

necesitas, llámame.<br />

Sophie se quedó ahí tumbada, observ<strong>and</strong>o aquellos símbolos con ojos<br />

soñolientos. Al cabo de unos minutos, los símbolos se le hicieron borrosos,<br />

hasta que desaparecieron por completo.<br />

Al despertarse, sintió que el suelo estaba muy frío.<br />

—Gr<strong>and</strong>-pére!<br />

Silencio. Se levantó y se alisó el vestido. La puerta lateral seguía<br />

abierta. Se estaba haciendo de noche. Salió fuera y vio a su abuelo de pie, en<br />

el porche de una casa de piedra que quedaba justo detrás de la capilla.<br />

Estaba habl<strong>and</strong>o tranquilamente con alguien apenas visible apostado tras la<br />

mosquitera de la puerta.<br />

—Gr<strong>and</strong>-pere! —gritó.<br />

Su abuelo se volvió, la saludó y le hizo un gesto para que esperara.<br />

Entonces se despidió de la persona que estaba en la casa, le lanzó un beso a<br />

través de la mosquitera y se fue hacia ella con los ojos llorosos.<br />

—¿Por qué estás llor<strong>and</strong>o, gr<strong>and</strong>-pére?<br />

La cogió en brazos y le dio un abrazo.<br />

—Oh, Sophie, este año nos hemos despedido de muchas personas. Y es<br />

duro.<br />

Sophie pensó en el accidente, en el adiós a sus padres, a su abuela y a<br />

su hermano.<br />

—¿Le estabas diciendo adiós a alguien más?<br />

—A una muy buena amiga a la que quiero mucho —respondió<br />

emocionado—. Me temo que no volveré a verla en mucho tiempo.<br />

Ahí, junto al guía, Langdon había estado recorriendo con la mirada las<br />

paredes de la capilla, con la sensación creciente de que podían estar a punto<br />

de llegar a un callejón sin salida. Sophie se había acercado hasta el arco de<br />

los símbolos y lo había dejado a él con la caja de palis<strong>and</strong>ro que contenía las<br />

últimas instrucciones, instrucciones que parecían no servir para nada.<br />

Aunque el poema de Saunière apuntaba directamente a la capilla, ahora que<br />

estaban allí, Langdon no sabía qué era lo que debían hacer. <strong>El</strong> poema hacía<br />

referencia a una espada y un cáliz que no veía por ninguna parte.<br />

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