Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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A la vuelta del Mundial de Argentina 1978, la selección de Suecia fue duramente
criticada por un amplio sector de la sociedad de su país por su nula implicación con
las violaciones de los Derechos Humanos, algunas de ellas a ciudadanos con
pasaporte sueco. Los jugadores escapaban como podían del acoso, pero al
seleccionador Georg Aby Ericsson no se le ocurrió mejor cosa que declarar que él no
podía decir que hubiese muchos militares ni represión en Argentina porque él no los
había visto durante su estancia. Ningún jugador de fútbol respondió a semejante
tontería. Bueno, uno sí: Ruben Svensson, el lateral derecho del IFK Goteborg, que
dijo que «Ericsson sabrá mucho de fútbol, pero de política no tiene ni idea». Había
nacido Röde Ruben [Ruben El Rojo], el mote que le acompaña hasta hoy. Un tipo
que, a pesar de ser uno de los laterales derechos destacados del fútbol sueco a
comienzos de los 80, nunca fue a la selección.
Svensson era y es comunista. Y si llegó a esa ideología no fue por herencia, sino
por convencimiento propio. Nació en una pequeña localidad de esas que abundan en
el norte de Europa, donde hay una fábrica y todo el pueblo trabaja en ella. En el caso
de Svensson, su padre era el que mandaba, el ingeniero jefe de la fábrica de acero
local. Nació, pues, en una familia bien. «Las desigualdades en la ciudad eran
evidentes, era una sociedad muy marcada por las clases sociales. Mi casa estaba al
lado del lago, y cuando más te alejabas del agua y te metías en la ciudad, más pobre
era la gente. Yo me gané su respeto gracias al fútbol», relata Röde Ruben. Jugaba en
el BK Derby, un modesto club que subió a la Primera División sueca en 1976, aunque
sólo duró un año. Suficiente para que el IFK Göteborg se fijara en este lateral derecho
agresivo y generoso en el esfuerzo.
La ciudad de Gotemburgo, profundamente arraigada en la cultura del trabajo por
su industria y su actividad pesquera, no era lo más glamuroso del mundo pero sí un
lugar al que alguien como Svensson quería ir a jugar. Su comunismo no disimulado
(publicaba artículos para el órgano escrito del partido, el periódico Proletaren)
cuadraba mejor en la filosofía de aquel equipo que en la del AIK Solna, el club que le
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