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Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado

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«El espíritu de un guerrero no está orientado a ganar o perder. El espíritu de un

guerrero sólo está orientado a la lucha, y cada lucha la vive como si fuera la última

batalla en la tierra». Quién sabe si a Carlos Castaneda, el antropólogo y escritor que

marcó a la generación que soñó la contracultura en los 70, le gustaba el fútbol. No se

sabía a ciencia cierta si nació en Brasil o en Perú, ni tampoco su edad exacta: él así lo

quiso. Su obra se basa en mostrar las enseñanzas de un chamán yaqui llamado don

Juan Matus, a quien, contaba Castaneda, había encontrado en Arizona, buscando

plantas. Junto a él, se desplazó al desierto de Sonora para aprender las

técnicasmísticas de los indios que poblaban la frontera entre México y los Estados

Unidos. Todo en él fue calculada ambigüedad: aunque aseguraba que todo lo que

escribía era autobiográfico, no se podía poner la mano en el fuego por nada de

aquello, ni siquiera por que el famoso indio don Juan existiese. Nadie se enteró de la

muerte de Castaneda hasta dos meses después de que ocurriera, en 1998, por un

cáncer de hígado. Los de su gremio, los antropólogos (se licenció en la Universidad

de California, y bajo el sol de ese estado vivió casi toda su vida), nunca lo tomaron en

serio, pero una legión de seguidores con ganas de experimentar con las drogas y la

meditación convirtieron sus diez libros en best sellers traducidos a 17 idiomas. Nadie

sabe, decíamos, si a Castaneda le gustaba el fútbol. Y quizá nunca se enteró de cómo

influyó en una de las figuras más extraordinarias de la historia de este deporte.

A miles de kilómetros de California, con mucho más frío y mucha menos luz, el

joven Volker Ippig devoraba la bibliografía de Carlos Castaneda. Los 80 acababan de

nacer y el adolescente, un gigantón de 1,86 metros, jugaba de portero en el TSV

Lensahn, el equipo de su ciudad, a 100 kilómetros al norte de Hamburgo. Leía sobre

guerreros y batallas, sobre seguir el camino del corazón, sobre experimentar con

sustancias desconocidas y sobre trabajar duramente. Paralelamente a su pasión por la

contracultura surgía su compromiso con los valores sociales. Y cuando todo eso se

fraguaba, se fue a jugar al Sankt Pauli, el equipo pobre de Hamburgo, que lo fichó

para su cantera con 18 años, aunque al año siguiente ya era suplente del primer

www.lectulandia.com - Página 109

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