Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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Afonsinho, el de la barba prohibida
Afonso Celso Garcia Reis, Afonsinho, era sospechoso. Muy sospechoso. Y lo era
porque tenía dos características que eran pecado en el fútbol brasileño de finales de
los 60 y comienzos de los 70: llevaba el pelo largo y barba, y además estudiaba.
Medicina, como Sócrates. Y los mandamases de los clubes querían que sus chicos
sólo se dedicasen a dar patadas al balón. No fuera a ser que pensaran demasiado.
En 1970, Afonsinho era el indiscutible dueño de la camiseta número 8 del
Botafogo. Dos años antes, había vestido el brazalete de capitán del equipo, con sólo
21 años, en la victoria del equipo en la final a doble partido de la Copa de Brasil
frente al Fortaleza. Fue campeón carioca dos veces. Desde 1965, sacaba adelante la
carrera de médico, hospedaba en su casa a Valtinho, un niño de cuatro años al que
recogió de la calle, y además era un reconocido opositor al régimen militar que
alternaba con militantes de izquierda y participaba en actos políticos considerados
subversivos. En la ficha que los servicios secretos le tenían hecha, estaba clasificado
como comunista de carteirinha [comunista de carnet]. Si bien con otros jugadores la
policía estaba equivocada (hace un par de años aparecieron unos papeles de los
servicios secretos en los que se decía que el mítico Jair Ventura Filho, Jairzinho,
colaboró con la dictadura; Afonsinho, amigo suyo, lo negó: «Si lo hubiera hecho, yo
lo sabría»), la cuestión es que en el caso del 8 del Botafogo no fallaba: era,
efectivamente, un comunista de carteirinha que citaba al poeta, dramaturgo y
ensayista izquierdista Ferreira Gullar: «No veo sentido a la vida si no luchamos
juntos por un mundo mejor». Él decidió que lucharía desde el fútbol: «Estaba en una
frontera, protegido de la represión más fuerte por la visibilidad del deporte. Pero
colegas míos fueron encarcelados y torturados. Yo estaba llegando al restaurante
cuando mataron a Edson», recordaba, sobre el asesinato, a manos de la Policía
Militar, del estudiante Edson Luis Souto Lima en el centro de Río de Janeiro.
El caso es que en 1970 lo cedieron al Olaria Atlético Clube (un club menor de
Río de Janeiro, especialmente comparándolo con el Botafogo) porque no se entendía
con Mario Zagallo, el técnico que venía de ganar el Mundial de México con la venia
de los militares. Además, el vicepresidente, Xisto Toniato, un empresario cárnico (por
no llamarlo carnicero) había decidido que no quería a jugadores que estudiaban:
Alexandre da Silva, Chiquinho, y Dimas fueron cedidos a la Portuguesa, y vendieron
a Humberto al Olaria a la vez que le prestaban a Afonsinho. Su nuevo equipo viajó a
Europa a una gira, y el jugador decidió quedarse más tiempo en Francia, para conocer
toda la cultura y la efervescencia que ofrecía en esa época. A la vuelta tenía que
reincorporarse al Botafogo, pero le sancionaron sin cobrar, castigo que se acababa en
cuanto volviera a incorporarse. Cuando lo hizo, Zagallo lo cogió aparte en un
entrenamiento: «Me dijo que parecía un cantante, que no podía ser diferente a los
demás. Que me tenía que afeitar la barba y cortarme el pelo», contaba el propio
mediocampista, que se había dejado crecer el cabello en su viaje. Xisto Toniato fue
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