Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
San Sebastián, otoño de 2012
Tres años más tarde se repite la cita. Hace un poco más de frío, pero la escena es
extrañamente mimética: quedamos en el mismo sitio, Sarriegi sigue sin aparentar los
casi 40 años que tiene, vamos a la misma cafetería, la Garagar, pedimos lo mismo, y
nos sentamos en la misma tranquila mesa del fondo, iluminada por un foco vertical
que hace que la escena parezca una partida de póker de peli yanqui o un
interrogatorio lúgubre, a elección del lector. Pero si en la anterior ocasión, antes de
ponernos a hablar, Iker se encontró con dos destacados miembros de la izquierda
abertzale, ahora saluda, sonriente y cordial, a dos personajes muy distintos: dos
policías municipales de San Sebastián. En castellano, se preguntan por la familia, los
hijos y por qué hacen ahora. «Uno fue compañero mío en Derecho», me dice Sarriegi.
Desde la última vez que nos vimos, la ciudad ha cambiado políticamente (el 22 de
mayo de 2011, Bildu ganaba las elecciones y obtenía la alcaldía para Juan Carlos
Izagirre; una semana antes de la entrevista, dos de cada tres vascos votaron por
partidos soberanistas en las elecciones en Euskadi y Bildu se consolidó como
segunda fuerza política y como clara alternativa de poder) e Iker Sarriegi ha vivido
mucho. En diciembre de 2010 salía de prisión bajo fianza de 60.000 euros, tras pasar
ocho meses dentro. Está a la espera de un juicio en el que, presumiblemente, se le
acusará de colaboración con banda armada (de cinco a diez años de condena) o
pertenencia (de seis a doce).
No es habitual que en la cárcel se reciban regalos como los que le mandaron a
Iker cuando estaba dentro. El CD Hernani, el Real Unión de Irún, la SD Éibar y la
Real Sociedad le enviaron camisetas firmadas por todos sus jugadores. Sarriegi,
alejado del fútbol incluso intelectualmente, recibió la prueba de que los cuatro clubes
profesionales en los que jugó le recuerdan con cariño. Ahora, casi dos años fuera de
la cárcel, ocupa su tiempo en estudiar Antropología, una carrera que empezó dentro
por la UNED y que ahora continúa por la Universidad del País Vasco. Aunque vive a
un paso de San Sebastián (vendió su piso en la ciudad para alejarse del centro), rara
es la vez que va a Anoeta.
En el tú a tú, Sarriegi sigue siendo un tipo cercano y directo, pero ha cambiado.
Es mucho menos vehemente y tener un proceso judicial abierto es evidente que lo ha
atemperado. Habla más bajo, en volumen e intensidad. Es como el tono político del
país, que ha bajado un par de notas. Por suerte. Con el final de ETA en marcha, una
decisión empujada desde la base de la izquierda abertzale, el discurso de Iker Sarriegi
no se sale ni un centímetro de la línea marcada: «Apoyo el proceso al 100%, sin
fisuras. Eso está claro. El movimiento ha tomado la decisión de que hay que ir por
este camino con todas las consecuencias y así va a ser». «¿Y qué opinan los presos
sobre este proceso?», le pregunto. «Eso deberías preguntárselo a ellos», me responde.
Tengo la sensación de que el Sarriegi de antes de la cárcel me hubiera respondido de
otra forma, porque conoce mejor que nadie al colectivo de presos. De hecho, él ha
www.lectulandia.com - Página 123