Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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encargo de seleccionar a los jugadores y había viajado en secreto al país galo desde
su exilio en Túnez para visitar uno por uno a los que quería que formaran parte del
equipo. Varios lo rechazaron, pero la base del bloque había dicho que sí. Comenzaba
una aventura inédita en la historia del fútbol: durante los días 13 y 14 de abril
desertaron, saliendo por carretera o en tren, para reunirse en Roma, donde los
esperaban para llevarlos a Túnez. A Mekhloufi fueron a buscarlo otros dos jugadores
que también se marchaban: Mokhtar Arribi, delantero del Avignon, y Abdelhamid
Kermali, también atacante, pero del Olympique de Lyon. No era casualidad que los
tres que emprendían viaje hubieran nacido en la misma ciudad: Sétif.
En Túnez entrenarían y comenzarían una gira de partidos por diferentes lugares
de Europa, América, Asia y África defendiendo la causa del FLN y la independencia.
Mekhloufi jugó 40 de ellos entre 1958 y 1962, cuando con la independencia de
Argelia se disolvió la selección apátrida y se formó el combinado nacional de forma
oficial. El mejor, el que le ganaron 6-1 a Yugoslavia defendiendo un estilo de fútbol
alegre, similar al de Brasil. Aun así, el equipo nunca recibió el reconocimiento oficial
de la FIFA. Pero eso no le importó a Mekhloufi, que apartó (y en gran parte arruinó)
su carrera profesional y la oportunidad de jugar un Mundial por defender a su país
dando patadas a un balón. A cambio, la conciencia del niño de Sétif estaba tranquila.
Finalizada la guerra de independencia argelina tocaba regresar a Europa. Jugó un
año en el Servette, con el que se proclamó campeón de Suiza. El Saint-Étienne lo
volvió a llamar, y comenzó su segunda etapa vestido de verde. «Nunca me trataron
como un miembro del FLN, sino sólo como un futbolista», recuerda en una entrevista
concedida al semanario Le Nouvelle Observateur desde su residencia actual, en
Túnez, con motivo de una visita de François Hollande a Argelia. «En el debut,
cuando entré al campo había un silencio terrible. Pensé que me iban a destrozar en
cuanto tocara el balón. Pero la primera vez que lo hice fue para hacer un regate y un
pase que acabó en gol. Todo el mundo me aplaudió», rememora. Entonces el equipo
estaba en Segunda División. Ascendió ese mismo año, guiado por un Mekhloufi que
ya no era sólo un goleador, sino un jugador creativo que sabía hacer muchas más
cosas que rematar. Su fútbol era más completo. Hasta que se fue, en 1968, en St-
Étienne ganó la liga tres veces más. Luego jugó dos años en el Bastia, donde
comenzaría su carrera de entrenador que le llevaría a ser seleccionador nacional de
Argelia (con la que ganaría el oro en los Juegos del Mediterráneo en 1975 y en los
Juegos de África en 1978) en tres etapas distintas, la última en el Mundial de España
en 1982, donde la brillante selección liderada por Rabah Madjer ganó a Alemania
Federal, luego subcampeona, en la primera fase por 2-1 en El Molinón. Sin embargo,
fue apeada del campeonato tras un bochornoso apaño en el estadio gijonés entre
alemanes y austriacos para que ganaran los primeros por 1-0 y dejaran fuera a los
norteafricanos.
Mekhloufi se recuerda a sí mismo como un joven revolucionario que luchó por la
independencia de su país. «En Francia los futbolistas no podíamos hablar de política,
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