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Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado

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lo que no se cree ahora. Hoy todo es dinero, matemática, ciencia. Mira el Barça, que

tiene una columna vertebral de La Masía que es la hostia. Víctor Valdés, Carles

Puyol, Gerard Piqué, Xavi Hernández, Andrés Iniesta… Esa es la base, los otros son

complementarios. Sin los de La Masía no habría equipo. Y lo ves cuando se abrazan,

cuando juegan… Hay buen rollo y por eso ganan», analiza.

En 1997 llega el ansiado fichaje por la Real, con 23 años: el momento de dar el

salto. La ilusión del padre se disolverá con las lesiones de rodilla, que le llevaron a

jugar un partido en tres años y a retirarse. Se acababa el sueño, algo que hubiera

destrozado el futuro de cualquier jugador de élite que hubiera dedicado todos los

esfuerzos de su vida a llegar a Primera División. ¿Y con 27 años, qué? «Me hubiera

gustado haber jugado en la Real. Tenía muchos amigos ahí, me hubiera gustado vivir

la experiencia, pero tampoco me quedé súpermal. Me jodió tener que retirarme, pero

sin más», cuenta. Reconoce que nunca «hubiera aguantado jugando al fútbol hasta los

35», así que con su marcha del deporte profesional retoma la carrera de Derecho que

había dejado apartada y su actividad política en la sombra de la izquierda abertzale.

La realidad es que Sarriegi, que sí tuvo cierto impacto por sus buenas maneras en

el sorprendente Eibar de mitad de los 90, cuando se retira no suena mucho fuera de

San Sebastián por sus hazañas futbolísticas y sí por sus actividades políticas. A esas

alturas, la dicotomía entre futbolista y abertzale que casi nunca existió se ha

volatilizado: Sarriegi dejó de ser jugador de fútbol, en el sentido tristemente

peyorativo de su figura, la del tipo que le da patadas a un balón con unas orejeras y

un antifaz que le impiden ver el mundo, mucho antes de que le dejaran de pagar por

jugar al fútbol. O, al menos, colocó su profesión muy por detrás de su credo político.

Durante su etapa en la Real, su ideología, esa que no importaba tanto en Eibar, sí

que se hace comedidamente pública. «Había gente que me miraba diferente, pero yo

siempre me he relacionado con todo el mundo. Sí que notas que con gente del club

hay más distancia, pero no gran cosa. Cuando estuvo Javier Clemente en el club sí

que había vacile total, de mí hacia él y al revés, y buenas conversaciones», cuenta

Sarriegi con una sonrisa.

Precisamente Clemente, nacionalista vasco reconocido que fue seleccionador

español, y estuvo a punto de hacer algo que, quizá, hubiera hecho que Iker saltase a la

fama: la prensa de la época habló de que el de Barakaldo iba a convocar al joven

Sarriegi para los Juegos Olímpicos de Atlanta 96. «Algo salió en prensa, pero no me

llegaron a convocar. No hubiera ido, seguro, eso lo tenía muy claro, pero ahora no

tiene valor manifestarse. Eso hay que decirlo cuando te convocan. Al no tener una

ambición de llegar a nada especial, la selección española no me hubiera aportado ni

siquiera esa proyección que le puede dar a otro», cuenta el exjugador. Como la

mayoría de futbolistas abertzales, Sarriegi no carga contra los jugadores vascos que,

sin sentirla como una camiseta propia, visten la roja. «Algunos han renunciado, pero

te tienes que hacer el lesionado o pedir que no te convoquen, hacerlo de otra forma,

porque luego tienes que ir a todos los estadios de España… Y eso es duro. Puedes

www.lectulandia.com - Página 116

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