Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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Cristiano, el rojo
«Soy de izquierdas, pero comunista no es la palabra exacta. Los comunistas
fallaron en algunas cosas, muchos usaron el comunismo para progresar
personalmente. Soy de izquierdas, aunque reconozco que no me diferencio
demasiado de un comunista». Habla Cristiano con el autor de este libro en su última
campaña como jugador del Livorno [en el 2009, cuando cumplía su quinta temporada
en el club, el año de su regreso tras dos experiencias en el Shakhtar Donetsk
ucraniano y en el Parma]. Y habla a pesar del Livorno: por miedo a quién sabe qué, el
club que es conocido en el mundo entero por ser de izquierdas no quiere que
Cristiano hable de política. El jefe de prensa niega la entrevista a pesar de que el
periodista viaja desde España.
Pero si podemos obtener de su propia voz una definición de sus ideales es porque
Lucarelli, cordial y transmitiendo la sensación de que de verdad aprecia que alguien
haya viajado a contar su historia, ha concedido la entrevista contra la orden del club.
Para más inri, vestido acude a la cita con el chándal del equipo después de haber
convocado a su interlocutor en el mismo hotel de concentración antes de un partido
contra el Genoa.
Lucarelli reconoce públicamente que aunque no se definiría como comunista es
votante de Rifundazione Comunista [Refundación Comunista], partido que nació de
la escisión en dos del PCI en 1991. Su obsesión es la de mantener la pureza de sus
ideas y que quienes las defiendan en las urnas no se sirvan de ellas para enriquecerse.
Es su lucha personal: tiene dinero pero no quiere renunciar a ser quien es. «Yo no
voto pensando en lo que tengo en el bolsillo sino en mi conciencia. Vengo de una
familia de trabajadores y esa visión de la vida y de los problemas del mundo no
cambia. Siempre he pensado así y el dinero no lo va a cambiar, y es bueno que sea
así».
Cristiano es el dueño de Lucamat (acrónimo de Mattia Lucarelli, uno de sus
hijos), un pequeño conglomerado de empresas con 37 empleados a su cargo, y
encabeza la cooperativa Unicoop Servizi Livorno, con la que salvó el puerto de la
ciudad. Su actividad en los negocios nace, como todo lo que parece crecer en el
currículum del futbolista, de una historia de amor por la ciudad. La cooperativa del
puerto atravesó un terrible momento de crisis y 350 familias estaban a punto de irse al
paro. La cuestión era que las autoridades locales no autorizaban una ampliación del
puerto para que los portuali locales pudieran utilizar barcos más grandes, y eso estaba
haciendo inviable el negocio, hasta el punto de llevarlo a la quiebra. Lucarelli
intervino, renegoció, obtuvo el permiso y consiguió no sólo la ampliación del puerto,
sino unificar el trabajo de todos ellos bajo el manto de la Unicoop, a la que hoy
pertenecen 180 trabajadores.
Otra visión romántica: poder dar a la ciudad un periódico local que compitiera
con Il Tirreno, el diario más vendido de la ciudad y perteneciente al Grupo
www.lectulandia.com - Página 133