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Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado

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Pahiño: el jugador que se rio del franquismo

«Que sepa usted que le atiendo porque me gusta mucho de qué va su libro», me

dijo por teléfono Manuel Fernández Fernández, Pahiño, mientras se escuchaba a su

hija reírse de fondo. Ella se acababa de comer una pequeña bronca del padre por

interrumpirle mientras veía un partido de Rafa Nadal. La conversación, porque no era

el momento y porque el mítico exjugador ya estaba bastante mayor, no dio para

mucho, pero en una vida como la suya no dar para mucho es más de lo que otros

futbolistas no pueden ni soñar. Me contó Pahiño que nunca le gustaron las dictaduras,

que los militares le daban bastante risa y, sobre todo, que le gustaba leer. Le

encantaba. Y hacía verdaderos esfuerzos en la España franquista por conseguir libros

de sus autores favoritos, que para más conflicto con la época que le tocó vivir, eran

soviéticos, principalmente León Tolstói y Fiódor Dostoievski. Conseguía sus libros

cuando iba por Barcelona o cuando hacían giras por el extranjero.

Pahiño, gallego de Navia (Pontevedra), donde hoy el campo de fútbol lleva su

nombre, jugó en el Celta de Vigo, en el Real Madrid, en el Deportivo de La Coruña y

en el Granada entre 1943 y 1957. Mantiene el mejor promedio anotador de un

futbolista nacional de la historia del Real Madrid (108 goles en 126 partidos, a 0,86

tantos por encuentro; Cristiano Ronaldo es, de hecho, el único futbolista que le ha

superado) y es el decimotercer máximo anotador de la historia del club. Sin embargo,

no fue al Mundial del 50 en Brasil. «Por ser de izquierdas», me contó. «Y te tenías

que andar con mil ojos, tirando de familiares y amigos, para que no te pasara nada».

Al parecer, antes de un amistoso contra Suiza, el 20 de junio de 1948 en Zúrich, en el

estadio Hardturm, el del Grashopper, entró un militar franquista al vestuario y les

pidió «cojones y españolía» antes de saltar al campo. Pahiño se rio. Todos lo vieron.

Fue una carcajada de incredulidad y mofa, la de alguien inteligente que no puede

evitar la condescendencia frente a un espectáculo tan pueril como imbécil. Era su

primer partido internacional, y formó en la delantera con Epi [Epifanio Fernández],

Miguel Muñoz, Silvestre Igoa y Piru Gaínza. Adelantó a la selección entrenada por

Guillermo Eizaguirre en el minuto siete, y el partido acabó con empate a tres. Pero en

los oídos de los jerarcas resonó más su carcajada que los gritos de gol. Pasarían,

como una condena, siete años, cinco meses y veintiún días hasta que se lo

perdonaran.

A pesar de que en el 48 había sido máximo goleador de la Liga (23 goles en 22

partidos con el Celta) y que en el 52 lo volvió a lograr (28 tantos en 27 encuentros ya

en el Real Madrid), siendo uno de los pocos que hacían sombra a Telmo Zarra, que es

mucho decir ya, sólo fue tres veces internacional. En su regreso, en otro amistoso en

el Dalymount Park de Dublín, le marcó a Irlanda los dos goles que subieron del lado

español (empate a dos). Ya no era jugador del Madrid, sino del Depor. En el siguiente

partido de España, en Wembley, cayó por 4-1 y, a pesar de haber ido convocado,

Pahiño no jugó. Sería su último día con el equipo nacional. Su estadística en la

www.lectulandia.com - Página 172

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