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Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado

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Francia y el ángel solo

Marek Halter es un escritor francés de origen polaco que, como tantos otros

ciudadanos no argentinos, vio cómo la brutalidad de la dictadura de Videla escupía en

la cara de su familia. Su prima Ana Kumec fue asesinada junto a su marido, y sus

cadáveres fueron arrojados en la puerta de la casa de los padres de ella. Cuando se los

llevaron dejaron llorando en una cuna a un bebé de tres meses.

De ahí que Halter, que había vivido parte de su adolescencia en Argentina (y, con

esos años en Sudamérica, le llegó una sentida y profunda afición por el fútbol), se

pusiera delante de su máquina de escribir y tecleara su rabia: «¿Se puede jugar al

fútbol y gozar del deporte en un país que tortura, mata y hace desaparecer a los

opositores políticos?», escribía. Ese texto, publicado el 19 de octubre de 1977, hacía

estallar el movimiento internacional proboicot al Mundial del 78.

En el centro de esa efervescencia anti Mundial se encontraban los jugadores,

severamente presionados por una sociedad en la que había calado, y mucho, el

sentimiento contra la Junta. Los 22 ciudadanos franceses desaparecidos en Argentina

no parecían una razón suficiente al gobierno de Francia para dejar de seguir

vendiendo material bélico a ese país, pero los militares que, en junio de 1978,

visitaron París para cerrar el trato sintieron el rechazo del trabajador de a pie. En el

Hotel Meurice, donde se alojaban, dos empleados se negaron a llevarles las maletas,

y días después otro trabajador le espetó al general Oliva «yo no le doy la llave a la

Junta» cuando le solicitó que le abriera una puerta.

El 22% de los franceses era favorable al boicot absoluto al campeonato, y

100.000 carteles se desplegaban por todo el país con las denuncias del COBA

[Comité Organizador del Boicot a Argentina 78], presidido por Halter y al que

estaban adheridos desde Jean-Paul Sartre hasta intelectuales escorados más a la

derecha como Jean-François Revel. «Hubo muchísima presión. No por parte de los

diarios deportivos, que apenas tocaron el tema, pero sí por parte del resto de la

opinión pública. Muchos querían que renunciásemos a jugar», reconoce hoy

Dominique Rocheteau, uno de los pocos homines politici de la selección.

Un hecho, además, marcaría aún más al grupo de futbolistas que marcharía al

Mundial. Un día antes del viaje, Michel Hidalgo, el seleccionador que en sus tiempos

había destacado como activista en el Sindicato de Jugadores, sufría un intento de

secuestro. Lo cuenta él, en primera persona, en una entrevista concedida para este

libro:

«Era 23 de mayo de 1978. Quedaban 24 horas para la cita de la concentración en

París con los jugadores del equipo nacional. Yo iba en coche por la Gironda, cerca de

Saint-Savin, de camino a Burdeos, para coger el avión a París cuando un coche me

bloqueó el camino. De él salieron dos personas y me obligaron a seguir a un tercero,

mientras me apuntaban con un revólver. No hablaban francés, sino español. Y yo

podía comprenderlos a duras penas.

www.lectulandia.com - Página 59

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