Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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Tras su retirada, otro incidente con la policía hace saltar a nivel nacional el
nombre de Iker Sarriegi. En marzo de 2001, la policía le da el alto en un peaje en
Durango. Lo bajan del coche, lo registran y le dejan marchar. Ese mismo día, entran
en dos pisos que vinculan al exjugador: el primero era en el que estaba de alquiler y
ya había dejado; el segundo, uno de su propiedad en el que se encontraba su hermana.
Se liga a Sarriegi con uno de los miembros del Comando Totto de ETA. El exjugador
va entonces al Juzgado de Guardia, acompañado por su abogado, a interesarse por
cuál es su situación judicial. Lo dejan libre.
Aunque el incidente no pasa de ser uno más entre las Fuerzas de Seguridad del
Estado y el entorno de ETA, muestra que Sarriegi está vigilado por la policía y le
genera en España una etiqueta que a día de hoy le acompaña: el futbolista de ETA.
Pero ¿se decidió la policía a actuar contra Sarriegi cuando dejó el fútbol? ¿Están los
jugadores protegidos de alguna manera? «Aquí saben quién eres y dónde vives. Yo,
como jugador, no noté estar en el radar de la policía. ¿Si hubiera estado en la Real
hubieran entrado en mi casa de esa manera? No lo sé, igual lo hubieran hecho de otra
forma», señala, y cree firmemente que la policía sí que mantiene fichados a los
futbolistas: «Los seguirán como a otro cualquiera. Sí que sabrán quiénes son
militantes de la izquierda abertzale».
A día de esta entrevista [otoño de 2009], lo que sí se puede decir es que Sarriegi,
que acabó Derecho tras dejar el fútbol, es uno de los abogados de cabecera de los
miembros de ETA. Su togada presencia es habitual cuando el reo es un miembro de la
organización terrorista. Su imagen fue muy difundida en uno de los juicios contra el
histórico etarra Iñaki Bilbao. Hacía acto de presencia por las amenazas que había
proferido anteriormente contra los jueces Baltasar Garzón y Alfonso Guevara. Bilbao
se dirigió al magistrado: «Aquí el único juez y ejecutor soy yo. Tú eres un cobarde y
un fascista, y un fascista represor. Lo que quiero es que desaparezcas tú y todos los
que son como tú y por eso voy a luchar hasta la muerte», gritó. Cuando tanto la fiscal
como el abogado de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) que ejercían de
contraparte solicitaron que se le imputara otra vez por amenazas terroristas, la imagen
de Iker Sarriegi volvió a aparecer al gran público tras muchos años. «¿Pero no vamos
a acabar nunca?», clamó.
Al margen de lo (tristemente) anecdótico, lo cierto es que hoy Sarriegi es un
personaje representativo en la izquierda abertzale y en ETA. Con un despacho
pequeño en el que cobra minutas muy ajustadas (y que le dan para llevar una vida
normal con su pareja e hijo), su vida podría ser mucho más holgada de lo que es. Y lo
es por un compromiso político que él define como inseparable al hecho de ser vasco.
Un extraño ecosistema en el que se entremezclan el nacionalismo, la izquierda más
utópica y la inevitable sombra de la violencia, que parece ser inseparable en la cabeza
de Sarriegi. Comenzamos la charla más política hablando de por qué el exjugador es
abertzale. «A mí la conciencia política me la ha dado el país, haber nacido aquí. En
otros sitios no hay esta conciencia. He tenido una evolución de una conciencia
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