Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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Vicente del Bosque: la prudencia de izquierdas
José Ramón de la Morena, con esa calculada despreocupación con la que hace las
preguntas importantes a la gente del fútbol, se la soltó al seleccionador nacional,
Vicente del Bosque. «Por cierto: ¿le han sorprendido hoy las declaraciones de
Guardiola pidiendo la independencia para Cataluña?». La clave de De la Morena
siempre es el «por cierto», ese parecer que no pregunta, o que lo hace casualmente,
que desmonta al que tiene al otro lado, que habla sin casi darse cuenta. Del Bosque,
que estaba analizando un partido contra Georgia, teorizando sobre el muro defensivo
que había levantado el rival y demás tópicos futboleros, hasta tartamudeó ante la
pregunta del conductor de El Larguero: «Bueno, pues es gente que dentro del
contexto de lo que es España siempre ha sido un hombre que ha… En lo que es
España una… Una España… Pero también están en su posición, ¿verdad?, como
catalanes de defender la independencia. Pero bueno, es la libertad que cada pueblo
tiene para decidir su futuro», dijo.
Derecho a decidir, esa expresión que en el imaginario político significa
autodeterminacion, era pronunciada por el seleccionador nacional de fútbol en el
momento de máxima tensión entre Cataluña y el Gobierno español, tras la
manifestación proindependencia de la Diada de 2012. Los partidos catalanes tiraron
del hilo: Josep Antoni Duran i Lleida, de Unió Democrática de Catalunya, reprochaba
a la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, que «niegue
[a los catalanes] el derecho a decidir su futuro, […] mientras Del Bosque lo defiende:
España va perdida, y la selección gana. ¡Pensad en ello!», le dijo. Pere Macias,
sustituto de Duran como portavoz de CiU por la baja de este en esos momentos, se
dirigió a Rajoy citando al seleccionador. «Una mayoría [de catalanes] no se siente
cómoda ante un proyecto de Estado en el cual no parece caber Cataluña. Y Cataluña
se lo dice sin ir contra nadie, con un civismo y un respeto extraordinarios, con
serenidad y firmeza y con grandes dosis de ilusión ante el proceso que se abre. […]
Señor presidente, “cada pueblo debe tener la libertad para elegir su futuro”. La frase
no es mía, ni siquiera de un catalán, es de Vicente del Bosque. Eso, ni más ni menos,
es lo que le pedimos 1,5 millones de catalanes», clamó desde el estrado.
En cualquier otro caso hubiera supuesto una bomba imposible de parar para el
seleccionador. Imaginen, por ejemplo, que Luis Aragonés, personaje mucho más
antipático y ciclotímico de cara a la gente, hubiera dicho lo mismo. Pero Del Bosque,
el hombre tranquilo, lo capeó sin problemas. El hijo del ferroviario que pasó tres años
en Murgia (Álava) en un «campo de concentración» (como el mismo Del Bosque lo
definió en una entrevista con Enrique Ortego en ABC) durante el franquismo por
supuesto rojo, el progresista tolerante y natural, salió inmaculado de un charco que
hubiera supuesto la muerte civil de cualquier otro. Realmente, en esa actitud de no
querer mezclar deporte y política, de ser un hombre de empresa, como se definía a sí
mismo, tanto para el Real Madrid como para la selección española, nunca buscó la
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