Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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régimen y comenzar un proceso de transición completa. «Cuando me llaman de la
campaña me dicen que en qué podía colaborar yo para tratar de volver a la
democracia en este país. Ellos me dijeron que me iban a entregar una frase, pero yo
respondí: “No, no. Si voy a hacer algo, quiero hacerlo con mi madre”», rememora el
exjugador.
Su aparición tiene lugar en un anuncio en el que se habla de las torturas. Tras la
intervención del abogado pro Derechos Humanos, José Zalaquett, que explicaba la
magnitud de las torturas en todos esos años y llamaba a enfrentarse a una realidad
dolorosa para el país, aparecía la señora Olga Garrido. Una mujer desconocida para
los chilenos. Al menos hasta entonces.
En un primer plano, esta mujer morena, menuda, con gafas y la blusa blanca
abotonada hasta el cuello, habla directamente a la cámara. Su testimonio estremece,
construido de pura dignidad serena. «Yo fui secuestrada en mi hogar y llevada a un
lugar desconocido con la vista vendada, donde fui torturada y vejada brutalmente.
Fueron tantas las vejaciones que yo ni siquiera las conté todas, por respeto a mis
hijos, a mi esposo, a mi familia y a mí misma. Las torturas físicas las pude borrar,
pero las morales no se me pueden olvidar», dice, y pide el voto para el no al tiempo
que llama a la reconciliación nacional sin ningún odio. Luego, un plano de Caszely,
con el pelo rizado bastante crecido, su característico bigote y una ropa por la que
podría pasar por un poeta de izquierdas. Se sienta en el brazo del sillón desde el que
la mujer habla. También pide el voto para el no: «Porque su alegría, que ya viene, es
mi alegría. Esta linda señora es mi madre».
Nadie en el país conocía esa historia, ocultada durante más de una década, de
cómo el compromiso de la familia había llevado a tener así de cerca, en la misma
carne del ídolo, a una familia rota por las torturas. «Cuando se abre ese abanico,
cuando empieza esa catarsis a través de los medios de comunicación, yo no podía
creer lo que estaba viendo. ¿Que la mamá de Caszely estuvo… que fue torturada? Era
tan impresionante», rememora en la televisión Luis Jara, cantante y presentador
chileno, que por entonces era un veinteañero. Como él, todo un país abre los ojos a
una realidad ignorada a veces, no siempre de forma inconsciente, que había llegado
tan alto como para tocar al gran ídolo futbolístico del país.
Mostrar aquella herida volvió a dañar terriblemente el día a día del ya exjugador
de fútbol. «Haber participado en la franja política [esos espacios televisivos que se
concedieron para hacer campaña electoral] tuvo un coste muy fuerte para nosotros.
Mi casa fue allanada dos veces. Llamaban a la casa de mi madre insultando, porque
decían que era mentira, y yo creo que nadie puede mentir en una cosa como esa. Es
muy fuerte», decía Caszely en la serie documental TV o no TV (2008-09) del Canal
13 chileno, que repasaba la historia de los 50 años de la televisión del país.
Evidentemente no mentía, porque las llamadas que recibía la señora Garrido en su
casa estaban alentadas, y bien alentadas. La campaña por el sí montó otro anuncio en
el que supuestas vecinas de la mujer afirmaban que todo el barrio sabía que había
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