Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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José Cabrera Bazán: el futbolista que pisó la cárcel
Tiene un hueco pequeñito en la historia del fútbol, si para quien la escribe sólo
son números, goles y éxitos. Pero José Cabrera Bazán, futbolista en los años 50 entre
el Betis, el Sevilla y el Jaén, es leyenda en el fútbol español por sus peripecias
políticas. Porque el titular de su vida es goloso: ha sido el único futbolista de España
que pasó por la cárcel por defender sus derechos laborales.
Ocurrió en 1953. Así lo contaba en una entrevista con Alfredo Relaño en El País:
«El Real Jaén me debía 50.000 pesetas, que no me quería pagar porque estaban por
fuera del contrato federativo [que registraba los ingresos ante la Liga de Futbol
Profesional y que era el único documento válido a nivel laboral]. Recuerdo que
éramos tres los que estábamos en esa situación: José Luis, Arregui y yo. Esperamos a
las vísperas de un partido contra el Valencia, que le interesaba mucho al club para
hacer una taquilla fuerte, y anunciamos que si no nos pagaban lo que nos debían no
jugaríamos ese partido. Mis compañeros se dejaron convencer, pero yo, no», contaba.
La peripecia, muy caciquil y muy de la España en blanco y negro, llevó a Cabrera a
Madrid en un tren, para estar tranquilo ese día de la renuncia a jugar y evitarse
represalias. Mala idea. Cuando llegó a Atocha, dos policías lo esposaron, lo volvieron
a meter en el tren y, al llegar a Jaén, lo mandaron a la cárcel. «Por increíble que
parezca, la detención fue provocada por el Gobernador Civil de la provincia. Era un
forofo del Jaén y un hombre políticamente interesado en que el equipo marchase
bien. De cuando en cuando distraía fondos de la Beneficencia, sobre los que no
existía ningún control, para darnos primas por partidos ganados. A veces me
telefoneaba o me invitaba a su casa a tomar café porque le gustaba hablar de fútbol
conmigo. Con mi actitud se debió sentir traicionado, y fue él quien ordenó mi
detención. Los cargos eran incitación a la huelga y alteración del orden público»,
contaba el exjugador. Si Luis García Berlanga se hubiera enterado de aquello podría
haber ampliado su filmografía. Porque el relato en primera persona seguía así: «El
policía en cuyas manos me pusieron era un admirador mío y le parecía un disparate
encerrarme en la cárcel por eso. Estuvimos dando un paseo por la ciudad, al
mediodía, mientras él esperaba el resultado de unas gestiones que había ordenado
hacer. Pero no se resolvió, y a primera hora de la tarde ingresé en la cárcel. Cuando
las puertas se cerraron tras de mí perdí todo el valor que había tenido hasta entonces y
empecé a pensar en historias que se cuentan de violaciones de jóvenes por parte de
otros reclusos y cosas así. Me encerraron en una gran sala circular, con carteristas,
chulos y navajeros. Yo llevaba un traje príncipe de gales y era todo un contraste.
Resultó que varios me conocían como futbolista y todos me trataron bien»,
sentenciaba. Al final, pudo salir de prisión tras 24 horas por la gestión personal de un
antiguo fiscal. Pero las 50.000 pesetas no las cobró.
A Cabrera lo jubilaron dos lesiones de menisco, pero entonces empezó otra vida.
Mientras jugaba había comenzado a estudiar Derecho, y cuando dejó el fútbol acabó
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