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Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado

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jugadores reclamamos ante la AFE ese dinero. Coincidió que me lesioné, y además

me apartaron, entrenaba solo. El por entonces presidente, Luis Oliver, un hombre

muy inteligente, aplicó el divide y vencerás y llegó a duplicar el contrato a jugadores

a cambio de que retiraran la reclamación. Utilizaba muy bien el lenguaje: decía que

habíamos denunciado al club, cuando sólo reclamábamos lo que era nuestro. A mí

hubo gente que me dijo que no era xerecista por aquello. Pero seguí ahí y no retiré la

reclamación por dignidad, porque no y punto. Hasta que no me pagaran todo no

paraba. Al final, llegaron a un acuerdo conmigo un 1 de febrero de 2004, justo

cuando se acababa el mercado de invierno y creían que me jodían porque no podía

firmar por otro club. Pero yo no soy tonto y me había informado, y por mi situación

laboral sí que podía irme a jugar a otra parte». El 2 de febrero era presentado por el

Numancia, que preparaba su ascenso a Primera.

Luis Oliver, aquel presidente del Xerez, es uno de esos pájaros del fútbol que

tanto abundan. Empresario de la construcción, tras dejar al equipo gaditano

empantanado y endeudado se fue al Cartagena, de ahí a intentar comprarle las

acciones del Betis a Manuel Ruiz de Lopera (todo acabó con una jueza decretando la

suspensión cautelar de su presidencia en el Betis por falsedad documental) y a

rumorearse que iba a hacerse con el Zaragoza de la mano de su gran amigo, Mario

Conde. El fútbol profesional español y las sociedades anónimas deportivas atrajeron

hacia los clubes a estos personajes de gomina en el cerebro y dudosa honorabilidad.

Un mundo donde Ramos, el Pirata, no se podía desenvolver demasiado bien. Así que

se marchó al Numancia, con el que subió a Primera y vio nevar por primera vez en su

vida a los 28 años, y el año siguiente lo mandaron cedido al Rayo Vallecano, que

comenzaba su penar por la Segunda B de la mano de Carlos Orúe, técnico jerezano

en el que sus paisanos los Ruiz Mateos pusieron sus esperanzas de ascenso. El nuevo

entrenador, cuyo equipo hizo que colgara del fondo de Vallecas una pancarta histórica

que decía «No al fútbol bonito». De lo aburrido que era, pidió que le trajeran al

Pirata, al que había entrenado en el Xerez. Les iba bien juntos. Jugaba con

regularidad. Pero el día de Reyes de 2005, en un entrenamiento, Ramos se volvió a

romper la rodilla izquierda. Era la segunda triada, cinco operaciones. Le

indemnizaron por accidente de trabajo y lo devolvieron de un día para otro a la vida

civil. Tenía 29 años. «Yo he visto a muchos compañeros míos pasarlo muy mal al

acabarse el fútbol. Pasar de comer jamón de york al pata negra es muy fácil, pero al

revés puede ser muy jodido. Por suerte, yo siempre tuve claro quién era y qué iba a

pasar, así que fue un proceso normal», cuenta.

Con 14 años, Juan Pedro Ramos se compró su primera guitarra. En su familia

había muchos músicos, como un tío suyo, que curiosamente vivía en Vallecas y fue

trompetista con Miguel Ríos o con Ketama, pero el Pirata no se crio en un ambiente

de artisteo. Sin embargo, siempre le gustó la música, casi tanto como el fútbol. Tiene

grabada una maqueta con la ayuda de Los Delinqüentes, institución garrapatera de

Jerez y amigos suyos, ha dado multitud de conciertos «por las cervezas» y

www.lectulandia.com - Página 206

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