Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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quiero estar en un sistema que se basa en que la gente gana dinero gracias la muerte
de otros en Sudamérica, África, Asia. Simplemente, mi yo interior me impide seguir
en esto. ¿De qué me sirve ganar 1.000 euros en vez de 800 si están manchados de
sangre, si sé que se obtienen con el sufrimiento y la muerte de mucha gente? La
suerte de esta parte del mundo es la desgracia del resto. Me llaman antisistema, me
han encasillado ahí, pero no sé lo que soy. Sí que sé que no quiero vivir prostituido
como el 99% de la gente».
La tormenta mediática fue descomunal, imposible de controlar. Javi Poves,
empeñado en explicarse, aceptó dar todas las entrevistas que le pidieron, excepto si
era una televisión la que lo hacía. Por unos días fue, literalmente, el centro del
mundo. Demasiado para un chaval de Fuenlabrada con un cóctel brutal en la cabeza.
Entonces comenzó un viaje en busca de la felicidad y la coherencia que hoy sigue,
quizá porque nunca va a acabar. Un viaje con intención de desaparecer que empezó
en África y ha acabado en algún punto de la selva en Sudamérica.
Poves anunció entonces su intención de viajar a África a invertir sobre el terreno
su dinero en algún proyecto para la gente de allí. Cumplió. Se fue a Senegal, aunque
no hay constancia de que llevara a cabo ningún proyecto solidario, entre otras cosas
por su oposición a las políticas de las ONGs que actúan en el continente africano.
Pasó varios meses allí, viviendo en un barrio de las afueras de Dakar con una familia
y viajando y conociendo el país. El exjugador ya había anunciado en el programa
Asuntos Propios de Radio Nacional de España que no se iba a vacunar antes de ir a
África. La razón, una vez más, sus posiciones políticas, en este caso contra la
industria farmacéutica. Así que contrajo la malaria, aunque la superó a los cuatro
días. Sin llevar a cabo ningún proyecto solidario de los que se había planteado,
regresa a Madrid.
Tras un viaje fugaz a Roma y un tiempo en su ciudad, el final de su relación con
su novia de años le termina de desapegar de su casa, aunque en sus palabras siempre
se filtra una gran nostalgia por Fuenlabrada y su familia. Para localizar a Poves hubo
que hablar, y mucho, con su madre y su hermana. «Le apoyamos en todo, pero esto
no es fácil», me dijo una vez su encantadora madre. Hace muchos meses que no ven
al hijo que un día fue futbolista, desde que comenzara el viaje que todavía no ha
acabado y que quién sabe cuándo lo hará: Latinoamérica.
Javi sigue hoy viajando por el continente en autostop o en autobús. Viviendo en
lugares baratos, en casas de la gente que lo acoge o directamente en la calle, donde ha
dormido más de una vez. Empezó en México. Allí reforzó sus tesis antiimperialistas
(la dirección de su buzón de correo electrónico incluye la palabra antiimperialista y
en el nombre del remitente no aparece Javi Poves sino Ned Ludd, el hombre que dio
nombre al movimiento luddita, nacido en la Revolución Industrial, que se opone al
maquinismo y a la tecnología en el mundo moderno) antes de viajar a Cuba, donde,
en apenas un mes, llega a la conclusión de que la revolución cubana no es ni mucho
menos lo que soñó: le impacta la falta de libertad y constata que existen unas
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